El cierre de la 68.ª sesión del Consejo de Estupefacientes de la ONU, en Viena, estuvo enmarcado por los vientos de una posible descertificación de Colombia.Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la producción potencial de cocaína disparada, el fantasma de regresar a la lista negra de países que no hicieron lo suficiente en la lucha contra las drogas volvió a rondar.Casi en paralelo, mientras en Austria la canciller Laura Sarabia pedía excluir a la hoja de coca de la lista de sustancias más dañinas para abrir mercados lícitos a su uso, el embajador Daniel García-Peña, desde Washington, aseguraba que, aunque el país merece la certificación, no está asegurada.El director de la Policía, la directora de Cultivos Ilícitos y el embajador Daniel García-Peña. Foto:Cortesía“Colombia es el país en el mundo que más ha hecho en la lucha contra el narcotráfico”, defendía el diplomático, poniendo en mayúscula la cifra récord en incautaciones: 848 toneladas en 2024.Pese a los esfuerzos por demostrar el compromiso del gobierno Petro para impedir que las pacas de clorhidrato de cocaína ‘coronen’ los mercados norteamericanos, desde hace 28 años –cuando Colombia perdió el respaldo estadounidense tras el proceso 8.000 del expresidente Ernesto Samper– este escenario no estaba tan latente.Si bien durante la primera administración Trump y recién electo el presidente Iván Duque se planteó esta posibilidad por la propagación exponencial de los narcocultivos tras el acuerdo de paz con las Farc, ahora confluyen diferentes factores que podrían motivar a que el magnate baje el pulgar.Momentos de la reunión en Washington, D.C. Foto:Cortesía“La descertificación de los Estados Unidos es perfectamente posible. Trump es una persona impredecible y, por lo tanto, no sería descabellado que, como una retaliación de carácter político por expresiones o actitudes del Gobierno colombiano tome esa decisión”, aseguró el excanciller Julio Londoño.Precisamente, esta es una de las variables que juega en contra. Si bien durante el mandato Trump 1.0 había cierto malestar por la decisión de Colombia de no erradicar forzosamente en ciertas zonas –como parte de los acuerdos pactados en La Habana–, el apoyo al país era parejo entre demócratas y republicanos.Además, seguía teniendo el título del principal aliado de EE. UU. en la región, no solo en la lucha contra las drogas, sino en otros frentes como la migración.Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto:EFE.Unas defensasAlgunos funcionarios de la época, entre ellos el embajador Kevin Whitaker, el secretario para la Seguridad Interna, general John Kelly, y el encargado de la política de estupefacientes en el Departamento de Estado, el también embajador Bill Brownfield, corrieron al rescate del país y convencieron a Trump de que castigar a Colombia era un error garrafal. Más aún cuando Duque, líder conservador, llegaba al poder con una bandera de guerra sin cuartel contra el narcotráfico.A seis meses de la decisión –por ley, debe ser antes del 15 de septiembre, todos los años–, se está hablando de la descertificación como una posibilidad palpable, camuflando en el castigo por el aumento en la producción de cocaína.“La descertificación no solo responde a la lucha contra las drogas, sino que también puede ser producto de una decisión de Estados Unidos en contra del Gobierno colombiano. Hay que tener cuidado y cautela en momentos tan delicados como este”, agregó el excanciller Londoño.La decisión de Estados Unidos podría responder a varios factores. Foto:EjércitoLas relaciones Bogotá-Washington vienen heridas de gravedad desde el ‘impasse’ diplomático del pasado 27 de enero, cuando la relación binacional estuvo al borde del precipicio por la decisión del presidente Gustavo Petro de impedir el aterrizaje de dos aviones estadounidenses con deportados.Y, si bien esta fractura se resanó por los canales del diálogo, las asperezas entre Trump y Petro no parecen limadas del todo. Una que otra puya se ha asomado en sus trinos mutuos.A esta tensión se suman dos factores adicionales. Por un lado, ya no hay nadie en el entorno cercano del presidente estadounidense que le interese defender al país o que lo conozca lo suficiente como para abogar por una certificación. El único con conocimiento de causa es el secretario de Estado, Marco Rubio, que es de línea dura y ha sido un férreo crítico del presidente Gustavo Petro.El secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio vuela a Yeda, Arabia Saudí. Foto:AFPAsí mismo, el apoyo bipartidista con el que antes gozaba el país se ha debilitado desde que las banderas progresistas se erigieron en la Casa de Nariño y los republicanos recuperaron el control de la Cámara, el Senado y ahora la Presidencia.Pero además de su postura política, el gobierno Trump tampoco comparte su estrategia de hacer énfasis en las políticas de sustitución y desarrollo económico de los campesinos cocaleros sin un componente robusto de erradicación forzada. De hecho, el año pasado el país no cumplió la meta de arrancar 10.000 hectáreas.Asimismo, con este precedente y la certificación pendiendo de un hilo, según expertos, no era el momento para plantear la propuesta que llevó Colombia al Consejo de Estupefacientes en Viena, pidiendo un camino alterno para usar la coca en fines lícitos.La ministra de Justicia, Ángela María Buitrago, en la Comisión de Estupefacientes de Viena. Foto:Cortesía“Fue una señal totalmente equívoca que sin duda muestra no solamente la poca cooperación de Colombia, sino un desafío abierto a Estados Unidos”, afirmó la excanciller Marta Lucía Ramírez.Mientras tanto, el Gobierno colombiano defiende que la única manera de arrebatarle la hoja de coca a los narcos es “aprovechando su potencial en usos industriales”.Al final, si algo ha dejado claro Trump desde que llegó a la Casa Blanca en enero, es que sus intereses de seguridad nacional (o como los percibe) van primero que las alianzas con otros países, así se trate de socios históricos.Entre otras cosas, tampoco existe afinidad ni ideológica ni personal entre Trump y Petro, lo cual probablemente también influirá en una determinación final.Una de las apuestas de Colombia en la lucha contra las drogas ha sido la erradicación de cultivos. Foto:Jaiver Nieto. EL TIEMPOAunque los criterios para emitir una descertificación son precisos, están marcados por la ley e implican una revisión interinstitucional, también suele ser una decisión caprichosa con la cual EE. UU. manda mensajes.En la mayoría de los casos, descertificar un país y luego emitir un waiver o medida de excepción en aras del interés nacional para seguir colaborando es algo que sucedió durante la pasada descertificación, cuando EE. UU. siguió cooperando con Colombia, pero de manera directa, a través de la Policía Nacional. Y todo apunta a que este año pase algo similar: una descertificación con waiver, que no es otra cosa más que la ley de la zanahoria y el garrote.En 2024, por ejemplo, Biden descertificó a Bolivia, Birmania y Venezuela por no cooperar en la lucha contra las drogas, pero extendió la excepción. Para Colombia, así no se traduzca en un recorte de recursos, sería vergonzoso terminar nuevamente vetada.Como ocurrió hace 28 años con el expresidente Samper, Estados Unidos puede congelar los fondos que envía a Colombia y que han sido clave para la interdicción.De todas maneras, la política de recorte ha sido una de las banderas de esta nueva administración Trump 2.0, y los dólares que llegaban al país vía Usaid (casi medio billón de dólares) están suspendidos.El impacto en el flujo de caja está amarrado con el efecto político. “La descertificación norteamericana es atendida o es escuchada por otros países, como los que componen la Unión Europea”, enfatiza el excanciller Londoño.En 2024 se incautaron más de 800 toneladas de coca. Foto:CortesíaParalelo al Gobierno, que ha tenido un fuerte trabajo desde la embajada en Washington, un grupo de exministros de Exteriores, entre ellos Marta Lucía Ramírez, también se está moviendo, buscando mantener el respaldo norteamericano.Los exdiplomáticos radicaron una carta en la que enumeraban las razones por las cuales es de “crucial relevancia” mantener la cooperación binacional, especialmente en los temas de inteligencia y ayuda militar.“Propusimos una estrategia de la sociedad civil que fuera en paralelo a la estrategia gubernamental y mostrar en distintos escenarios y ante distintos interlocutores de ese país que la gran mayoría de los colombianos y toda la clase empresarial estamos interesados no solamente en fortalecer la lucha contra el narcotráfico, sino en la defensa de la democracia, las libertades y el desarrollo económico a partir de la iniciativa privada y la alianza con distintos sectores, autoridades y poderes públicos de Estados Unidos”, explicó Ramírez.Redacción JusticiaJusticia@eltiempo.comMás noticias de Justicia:

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