El dolor por las muertes durante la pandemia. El arrepentimiento por haber hecho a Isabel Díaz Ayuso presidenta de la Comunidad de Madrid en 2019 pese a ser la primera candidata autonómica del PP derrotada en unas elecciones desde 1987. Las esperanzas volcadas y perdidas en el proyecto de Ciudadanos. El orgullo por haber levantado desde cero el proyecto de este partido en Madrid. La crítica a una estrategia de pactos que vetó al PSOE y no apostó por hacerlo presidente regional. Los guiños a Albert Rivera o Begoña Villacís. La promesa de no haber sacrificado principios ni valores por alcanzar el poder. Y la insinuación de que una vuelta a la política es posible. Todo eso está en las páginas de Volando entre halcones (Media Luna), que publica Ignacio Aguado (Madrid, 1983) cuatro años después de que la disolución del primer gobierno de coalición de la historia de la región, formado por PP y Ciudadanos, terminara con su etapa de rayos y truenos como vicepresidente regional, finiquitara su periodo como portavoz de la formación naranja y lo abocara a dejar la vida pública. Más informaciónEstos son algunos extractos de un libro que está a medio camino de la autobiografía, la confesión, la autorreivindicación, y el legado para su hijo.Ayuso: “Sobrepasada por el cargo”. Ayuso llegó a las elecciones de 2019 como una desconocida. Aguado ya se había bregado durante una legislatura como socio parlamentario de Cristina Cifuentes y Ángel Garrido. Ambos formaron el primer gobierno de coalición de la historia de la región. Pero las chispas saltaron desde el minuto uno, cuando Ciudadanos apoyó una comisión de investigación que afectaba a la familia de Ayuso (caso Avalmadrid) y acabaron en incendio cuando la baronesa disolvió el gobierno en 2021 con el argumento de que Cs y PSOE preparaban una moción de censura para desalojarla del poder. En medio, desencuentros diarios entre los socios.“Reconozco que asumir la portavocía [del gobierno de coalición] terminó siendo un gran error”, escribe Aguado. “Un día sí y otro también, tenía que salir a matizar las declaraciones de Ayuso, a tratar de salvar sus meteduras de pata o, lo que es peor, a tratar de justificarlas”, añade el expolítico, que define a la presidenta como “sobrevalorada”, y la acusa de haber hecho del “victimismo y la polarización su mejor escudo y su mayor fortaleza”. “De hecho, [Ayuso] no tenía otra forma posible de hacer política porque no contaba ni con la capacidad ni con las habilidades para haberlo hecho de forma distinta”, continúa. “Durante muchos meses, Isabel vivió absolutamente sobrepasada por el cargo y por la situación”, desvía. “La presidencia de la Comunidad de Madrid le venía tan grande que no había “spin doctor” capaz de lograr disimularlo”.Aguado, cara y voz de aquel gobierno, hace una descripción muy poco amable de las reuniones del consejo presidido por Ayuso, que se citaba semanalmente en la Real Casa de Correos. “Recuerdo verla sufrir en cada rueda de prensa, en cada entrevista y en cada acto público al que asistía”, fotografía. “Especialmente durante los primeros meses de gobierno”, enfatiza. “Recuerdo su mirada perdida en cada reunión y su increíble desconocimiento”, añade. Y remata: “La Isabel que yo conocí fue una mujer agradable en el trato, aunque sumamente desconfiada, insegura de sí misma y terriblemente ingrata (…) Su inseguridad pronto se convirtió en recelo y desconfianza hacia todos y hacia todo (…) Tal vez por ello, nos ordenó que nos dirigiéramos a ella como “presidenta”.El antiguo líder de Cs define a Ayuso como “tóxica” para Madrid y España. Y como consecuencia, asume un error: “Muy probablemente, si hoy tuviera que decidir si ser o no portavoz de aquel gobierno, diría que no. Y si tuviera que volver a hacerla presidenta, diría que tampoco. De todo se aprende”.El director de gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez.SERGIO PÉREZ (EFE)El nombramiento de Miguel Ángel Rodríguez como jefe de gabinete de Ayuso: “Una herida de muerte”. “Supuso, de facto, la herida de muerte de aquel recién estrenado gobierno”. Así resume Aguado el efecto interno del fichaje de Miguel Ángel Rodríguez, exsecretario de Estado con José María Aznar, como jefe de gabinete de la presidenta. MAR, acrónimo por el que se conoce al poderoso asesor, volvió a la primera línea política tras criticar públicamente al propio Aguado. Ocurrió en enero de 2020. Y nunca nada volvió a ser lo mismo: Ayuso y Aguado protagonizaron una inusitada comparecencia conjunta el día del nombramiento, en la que se explicitó su choque por el fichaje.“Los planes de Miguel Ángel Rodríguez nunca fueron ayudar a Ayuso para que fuera una buena presidenta de la Comunidad de la Madrid”, opina el exvicepresidente. “Su objetivo siempre fue tratar de llevarla a La Moncloa. Madrid solo era y es una meta volante (…)”, afirma. “Desde aquel día, Ayuso y Miguel Ángel dedicaron todos sus esfuerzos a tres cosas: tratar de desacreditar nuestra labor en el Gobierno, tildándonos de traidores y malos gestores ante los medios que le compraban la “mercancía”; utilizar el Gobierno de la Comunidad de Madrid como su atalaya particular desde la que atacar a Sánchez siempre que hubiera ocasión; y confrontar con el Gobierno de España ante cada decisión que este pudiera adoptar, ya fuera buena, mala o regular”, analiza. “La pandemia, aunque nunca nadie la deseó jamás, les vino como anillo al dedo para lograr las tres cosas”.La gestión de la pandemia: “[Ayuso] Ordenaba hacer lo contrario a lo que aconsejaban los expertos”. El choque constante entre el gobierno regional y el central se alimentó con las decisiones sobre la pandemia: los cierres perimetrales, el mantenimiento de la actividad comercial, la desescalada…“Viví en primera persona cómo la presidenta ordenaba hacer lo contrario de lo que, en privado, aconsejaban los propios expertos de la consejería y el propio sentido común”, resume Aguado. “Tuve que sufrir sus filtraciones y mentiras a los medios para tratar de desgastarme y desgastarnos (…) Comprobé cómo me limitaban el acceso a información relevante para impedirme preparar adecuadamente las ruedas de prensa y así fuera más sencillo que metiera la pata”.Alberto Reyero, exconsejero de Políticas Sociales , Familias , Igualdad y Natalidad de la Comunidad de Madrid.Victor SainzDefensa del consejero Alberto Reyero, que denunció las muertes en las residencias: “No se mereció lo que le hicieron”. “Tuve que soportar las filtraciones mentirosas y los desprecios constantes del equipo de la presidenta hacia el consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, en los peores momentos de la pandemia, cuando decenas de personas mayores morían en las residencias porque ni se los trasladaba a los hospitales ni se medicalizaban las instalaciones”, lamenta Aguado sobre las peores semanas de la pandemia, que redundaron en 7.291 muertes en las residencias mientras su compañero de partido denunciaba la existencia de unos protocolos que impedían trasladar a los residentes enfermos a los hospitales.“Algo que, en ninguno de los dos casos, era competencia de Alberto ni de su consejería”, recuerda. “Ayuso intentó culpabilizarle de aquellas muertes y de aquella situación, tanto en público como en privado, y eso es algo que no le perdonaré jamás. Madrid no ha tenido nunca un consejero más integro, trabajador y comprometido que él. No se mereció lo que le hicieron”.La negociación para formar gobiernos en 2019: “Debimos exigirle al PP la presidencia de Madrid”. “Al tener vetadas las negociaciones con el PSOE por decisión de la ejecutiva nacional de mi partido, nuestra capacidad de negociación se limitaba a una sola carta: el PP”, lamenta Aguado, que en contraste defiende varias veces la figura del líder que tomó aquella decisión estratégica, Albert Rivera.“Un Partido Popular que estaba en la UCI, noqueado y moribundo tras su debacle electoral del mes de abril; y al que nosotros le volvimos a insuflar el aire que necesitaba, regalándoles la presidencia de cinco gobiernos autonómicos y la alcaldía de diferentes ciudades a lo largo y ancho de toda España”, añade. “Debimos haberles exigido, al menos, dos de ellas y, desde luego, una tendría que haber sido la de la Comunidad de Madrid. Pero no lo hicimos”.Albert Rivera saluda a Ángel Garrido, acompañado por Ignacio Aguado, durante el desayuno informativo de Nueva Economía Fórum, el 25 de abril de 2019.KIKE PARAEl nombramiento de Garrido como consejero en el gobierno de Ayuso con Cs: “No le quería ver ni en pintura”. Fue el gran anuncio de la primavera electoral de 2019: Ángel Garrido, el presidente saliente de la Comunidad, abandonaba el PP tras no ser elegido como candidato a la presidencia, y fichaba por Ciudadanos. Acabaría siendo consejero del siguiente gobierno. Con Ciudadanos. Pero, dice Aguado, no fue fácil.“Isabel [Díaz Ayuso] no le quería ver ni en pintura y puso todos los “peros” posibles a su nombramiento”, escribe. “(…) Es evidente que se lo tomó como un agravio personal (como casi todo lo que hacíamos)”.Un lustro después, el gobierno de Ayuso tramita un nuevo estatuto para expresidentes que excluye a Garrido de la posibilidad de incorporarse a un consejo consultivo, y cobrar dietas por ello, con el argumento de que no encabezó la lista electoral del PP antes de ser presidente (llegó al puesto tras la dimisión de Cristina Cifuentes por el caso máster).

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