La participación de la presidenta Claudia Sheinbaum en la cumbre del G-20 realizada en Brasil a principios de año y recientemente en la Celac, celebrada en Honduras, marcó una clara diferencia con su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, cuyo sexenio se desmarcó por completo de los eventos diplomáticos internacionales. Sheinbaum parecía tener una visión más estratégica del papel que México debe jugar en el mundo, pero su decisión de no acudir a los funerales del papa Francisco es una vuelta atrás, pues las exequias del Pontífice no solo representan un evento religioso de relevancia histórica, sino también la posibilidad de posicionarse en una conversación global que va más allá de la fe.La ausencia de Sheinbaum en Roma es difícil de justificar. Es una oportunidad que se desperdicia. Al funeral de Francisco acudirán 50 jefes de Estado, entre ellos Donald Trump y Lula da Silva, y se espera la visita de al menos 130 delegaciones oficiales de todo el mundo. En lugar de la presidenta acudirá su segunda al mando, la secretaría de Gobernación Rosa Icela Rodríguez, en una decisión que parece improvisada y hasta desinteresada.

Videocolumna | Claudia Sheinbaum y los funerales del papa Francisco | Opinión
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