Si decidiera apuntarse a la moda de impartir cursos de productividad, Marina Muñoz (Cuéllar, Segovia, 1999) podría llenar auditorios con uno que llevase por título Cómo exprimir los fines de semana (y no morir en el intento). En los últimos siete años, la agenda de la vigente subcampeona de España de duatlón no ha tenido un hueco: es lo que tiene combinar la carrera de triatleta de alto nivel con el Grado de Medicina, sin olvidarse de la familia ni de los amigos. Con la organización por bandera, Marina Muñoz ha llegado a todo y lo ha hecho muy bien: a tan solo una asignatura y un Trabajo Final de Grado de convertirse en médica generalista, busca su primer gran pódium internacional como profesional en los Europeos de duatlón que se disputan en Rumia-Pomorskie, Polonia, este fin de semana (26 y 27 de abril). Sería la mejor recompensa para la niña que descubrió el triatlón a los nueve años, cuando en su pueblo abrieron una escuela infantil dedicada a esta especialidad y su pasión por el deporte la llevó a querer probarlo. Después, las amistades que hizo allí, lo mucho que disfrutaba entrenándose y los entrenadores “adorables” que tuvo la mantuvieron enganchada a este deporte que requiere fuerza, piernas, cabeza y pulmón para manejarse bien en tres disciplinas: natación, bicicleta y carrera a pie.El duatlón es como el hermano terrestre del triatlón: se corre, se pedalea y se vuelve a correr, con distancias variables según la modalidad. En la sprint, la preferida de Marina por su explosividad, los triatletas corren cinco kilómetros, antes de subirse a la bici durante 20 y concluir con otros 2,5 km de carrera a pie. No hay agua de por medio, pero la exigencia física sigue siendo altísima, especialmente para las piernas, que no tienen ni un segundo de tregua.Marina Muñoz durante una competición en una imagen cedida por la Federación española de triatlón.Federación española de triatlón“Yo no vengo de la natación ni de otros deportes, soy triatleta pura”, dice con orgullo la segoviana, en videollamada con EL PAÍS, desde la concentración de la selección española en Sierra Nevada. “Y lo que más me gusta es la bicicleta, porque siempre se me ha dado mejor y porque, además, te permite hacer cicloturismo: sales a entrenarte por sitios espectaculares y puedes ir hablando con tu compañero; es más dinámico”. Dinamismo, pasión y gusto por los retos más exigentes es también lo que desprende esta mujer de complexión ligera pero fibrosa y piernas poderosas, a la que nada parece resistírsele. En categoría sub23, mientras se sacaba limpios sus primeros cursos de Medicina, se colgó tres bronces de peso que la señalaron como la gran promesa del triatlón femenino español: uno en el Europeo de duatlón, otro en el Mundial de triatlón cross y otro en el Campeonato del Mundo de duatlón.Más información“Siempre me he organizado muy bien. Nunca he dejado de lado a mis amigas ni a mi pareja por estar mal organizada. De hecho, algunos fines de semana, cuando estaba saturada de estudios y deporte, era yo la que les decía ‘¡vamos a dar una vuelta, por Dios!”, cuenta la triatleta del Club Deporama Triatlón Soriano. “Eso sí, siempre he priorizado los estudios”. Pronto dejará de ser así. A punto de cumplir 26 años y tras siete de carrera en los que siempre hincó más los codos que compitió, Marina Muñoz ha dado vuelta a sus prioridades: se dedicará por completo al triatlón, cuando en un par de meses se gradúe como médica. “Es ahora o nunca”, dice con una sonrisa y total convencimiento la actual líder del ranking nacional de duatlón. “Me apetece disfrutar del deporte al cien por cien y ver si puedo dedicarme a ello un tiempo, aunque sea corto, y ver qué pasa. Ahora estoy ahí, en el a ver qué pasa”.En ‘el a ver qué pasa’, pero con un objetivo claro y ambicioso en el horizonte, los Juegos de Los Ángeles 2028, el sueño olímpico que muchos triatletas cumplen rondando la treintena. Como la Medicina, el triatlón es una disciplina de largo aliento. A las exigencias físicas, hay que sumarle la fortaleza mental necesaria para gestionar los esfuerzos y tolerar el sufrimiento extremo sin perder la constancia, y una habilidad táctica en las transiciones (el paso de una disciplina a otra) que, a menudo, decide campeonatos. “Yo soy buena en las transiciones, que es algo que te condiciona toda la carrera, porque es un momento en el que puedes recortar segundos gratis”, explica la segoviana, que aún baja a la calle de debajo de su casa, coloca la bici en la pared y repite una y mil veces el proceso de llegar corriendo, ponerse el casco y salir en bici, antes de volver a dejarla y ponerse las zapatillas para interiorizar los gestos y replicarlos en las competiciones sin necesidad de pensar. “Me encanta lo que hago y viajar para competir, pero siempre he tenido la sensación de ir un poco lastrada por los estudios”, confiesa. “Las competiciones de mayo y junio coinciden con los exámenes finales y no las he podido disfrutar del todo ni tampoco he podido entrenarme del todo bien en esas épocas”, se explica la ya casi médica Marina Muñoz.Marina Muñoz durante una competición en una imagen cedida por la Federación española de triatlón.Son años ya los que lleva demorando su gran salto internacional, porque los viajes sacan tiempo para estudiar y sus jornadas semanales hasta este curso no tenían respiro. Las mañanas las pasaba en la Universidad de Valladolid; por las tardes, de cuatro a siete y media u ocho, se entrenaba; luego, estudiaba un poco antes de cenar y volvía a coger los libros antes de irse a dormir, sobre las doce de la noche.Aun así, los resultados fueron llegando, mientras sacaba tiempo de donde no lo tenía para ir entrenándose cada año un poco más y buscaba las mejores condiciones para superarse. Sus ganas de mejorar fueron las que, con 17 años, la llevaron a abandonar el hogar familiar en Cuéllar y mudarse a Valladolid. En el Centro de Tecnificación Deportiva Río Esgueva, la esperaba un nuevo grupo de entrenamiento, un nuevo entrenador y una residencia deportiva en la que compatibilizar los estudios y los entrenamientos de alto nivel resultaba más fácil. “Irme justo en segundo de bachillerato, que es el curso más decisivo, fue un poco a lo loco… Si te pones como expectativa entrar en una carrera en la que piden notas altas, lo pasas un poco mal, porque vas arrastrándote en comparación con tus compañeros que tienen un poco más de tiempo y eso se nota mucho”, dice Marina Muñoz con la perspectiva del tiempo. “Pero yo quería entrenarme más, dar un saltito y el grupo de entrenamiento de mi pueblo se quedaba un poco corto”. Años más tarde, con 22 y el primer salto de calidad ya dado, fue en busca del segundo con su incorporación al Centro Nacional de Triatlón CAEP de Soria. Allí, junto a otros siete triatletas, integra desde hace tres años el grupo de alto rendimiento que dirige Jaime Izquierdo, su pareja. “Aquí todos tenemos objetivos similares y, cuando te entrenas con un grupo en el que también hay chicos, a las chicas nos ayuda a progresar más”, afirma la mujer que también ocupa la segunda posición del ranking nacional de triatlón. Con su traslado deportivo a Soria mientras seguía estudiando en Valladolid, Marina Muñoz decidió hacer el quinto de Medicina en dos años “para respirar un poco” antes de enfrentarse a un último curso de prácticas que ha empezado a dibujar el camino hacia su especialización: medicina de familia o traumatología. No lo ha decidido aún. Y tampoco tiene prisa. Ahora, la prioridad es el triatlón y ese sueño olímpico de estar en Los Ángeles.En su agenda, no obstante, seguirá reservando un espacio para su vocación. Ya sea porque no concibe lo uno sin lo otro, ya sea por costumbre o por puro masoquismo, la triatleta segoviana se presentará al MIR en enero de 2026, no para conseguir plaza, sino para no dejar del todo de lado su otra vocación.Ahora, lo académico puede esperar; el deporte, no. Hay trenes que solo pasan una vez en la vida y ella quiere subirse a este y no quedarse con el ‘¿y si lo hubiera intentado?’

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