La propuesta de la Comunidad de Madrid para implantar 1º y 2º de la ESO en algunos Centros de Educación Infantil y Primaria (CEIP) ha generado un debate significativo. Esta medida, (basada en el modelo educativo franquista de los 70) anunciada en septiembre de 2023, pretende abordar la baja demanda en ciertos centros debido al descenso de la natalidad y liberar espacio en los institutos de Educación Secundaria para ampliar las enseñanzas de Formación Profesional. Sin embargo, esta iniciativa plantea varias preocupaciones y desafíos que merecen una reflexión profunda.Uno de los principales problemas de esta propuesta es la falta de concreción y transparencia. Mal comienzo de la Consejería de Educación que lanzó su propuesta con un globo sonda, sin ninguna información detallada por escrito y sin recursos para su desarrollo. La opacidad en la comunicación genera siempre incertidumbre y desconfianza entre los padres, profesores y directores de los centros educativos. En esta ocasión, el Gobierno de la Comunidad de Madrid lanzó la piedra, pero escondió los múltiples problemas y consecuencias asociados a su ocurrencia.Esta medida de Ayuso se enmarca en un contexto de apoyo creciente a la enseñanza privada concertada, que ha superado a la red pública en los últimos años. Este apoyo se ha manifestado en recortes de financiación para la red pública, retrasos en la construcción de nuevos centros y en la provisión de profesorado. La propuesta de trasladar los dos primeros cursos de la ESO a los CEIP parece alinearse con el modelo de los centros concertados, donde ambas etapas educativas están integradas. No es un apoyo repentino a la educación pública, ni responde a investigaciones educativas, ni siquiera obedece a la justificación de ofertar comedor escolar en una etapa en la que no se presta este servicio en la educación pública, porque no está previsto en memoria económica. Es simplemente una ocurrencia, cuyo único presupuesto es el previsto para el complemento de la nómina de los docentes de secundaria.Por si fuera poco, esta medida tiene un más que dudoso encaje legal. La LOGSE y las leyes educativas posteriores establecen que la ESO debe impartirse en los IES. Aunque ha habido excepciones en zonas rurales, donde se ha permitido impartir 1º y 2º de la ESO en colegios rurales agrupados (CRAS) debido a los inconvenientes de traslado, la situación en la Comunidad de Madrid es completamente diferente. Así que nada justifica la propuesta de su extensión generalizada.Las consecuencias educativas y organizativas perjudicarán al alumnado y supondrán una nueva carga para docentes y para la gestión de los centros. Separar los cursos de la ESO entre CEIP e IES puede fragmentar la unidad de la etapa educativa, creando problemas de coherencia en las enseñanzas, en la provisión de profesorado y su continuidad en el resto de la ESO. La coordinación entre los profesores de los CEIP y los IES será una utopía, y existe el riesgo de que se conviertan en dos centros nominalmente asociados pero muy diferentes en la práctica. Además, la evaluación de diagnóstico, que se realiza en 2º de ESO, podría complicarse al tener que coordinarse entre dos centros distintos. Parece además que nadie se ha preocupado en analizar los espacios y aulas específicas necesarias para impartir 1° y 2° de ESO, que no existen en los CEIP y que no se han previsto por la Administración de Ayuso. La ESO es la ESO, no por capricho sino por coherencia pedagógica y además por ley.En esta política de opacidad se ha ocultado además que los mayores problemas de convivencia se dan habitualmente entre el alumnado de 1°y 2° de ESO que ahora se trasladarán a los colegios de infantil y primaria. El problema está servido: la convivencia entre infancia y adolescencia tendrá una clara repercusión en la infancia.En lugar de fragmentar la etapa de la ESO, se podrían considerar otras soluciones para abordar la baja demanda y el descenso de la natalidad. Reducir la ratio de alumnos por clase, unificar centros sin cerrar ninguno, cambios metodológicos, y mejorar la atención a la diversidad del alumnado son algunas de las alternativas que podrían explorarse, junto con la asignación de los recursos necesarios.Es fundamental replantear el modelo de centro educativo, poniendo al alumnado en el centro de todas las actuaciones. Un modelo basado en el cuidado del bienestar socioemocional, la convivencia positiva y la participación activa del alumnado puede contribuir significativamente al éxito educativo. Este enfoque implica un cambio de paradigma, donde el currículo se adapta a las necesidades e intereses del alumnado, y no al revés.La conclusión es que la propuesta de la Comunidad de Madrid de implantar 1º y 2º de la ESO en los CEIP parece más una “ocurrencia” que una medida fundamentada. Sin una justificación clara y con el riesgo de fragmentar la etapa educativa, esta iniciativa puede tener consecuencias muy negativas para la educación madrileña. Es crucial que se aborde este tema con seriedad, considerando alternativas que realmente beneficien al alumnado y verdaderamente fortalezcan la educación pública. Mª Luz Martínez Seijo es doctora en Educación y portavoz del Grupo Socialista en el Congreso

Fragmentación educativa: la controversia de la ESO en los colegios de infantil y primaria de Madrid | Educación
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