El universo Ozempic se expande sin techo a la vista. Estos innovadores fármacos, que ayudan a perder alrededor del 15% del peso del paciente, ya han revolucionado el abordaje de la diabetes y la obesidad y siguen ampliando su rango de acción: según una nueva investigación publicada este miércoles en la revista The New England Journal of Medicine (NEJM), también tienen un efecto positivo para tratar estadios avanzados de la enfermedad por hígado graso vinculada a una disfunción metabólica. Esta dolencia, que afecta a uno de cada tres adultos, se caracteriza por una acumulación de grasa en el hígado y, en sus formas más graves, también presenta unos niveles de fibrosis e inflamación capaces de desencadenar cirrosis o cáncer. El nuevo estudio revela que la semaglutida (principio activo de esta primera generación de fármacos antiobesidad) es capaz de detener, e incluso revertir, esa compleja enfermedad.En dos tercios de los pacientes tratados en el ensayo clínico, explican los autores de la investigación, estos medicamentos, conocidos también como agonistas del receptor GLP-1 (porque imitan las hormonas que de forma natural generan la sensación de saciedad), son capaces de reducir la inflamación que causa ese depósito de grasa en el hígado. Y también la fibrosis mejoró en el 37% de los participantes. El hallazgo, explican los investigadores, abre la puerta a un nuevo escenario terapéutico en una peligrosa dolencia para la que no había, hasta ahora, gran arsenal farmacológico.Más informaciónLa semaglutida, comercializada bajo el nombre de Ozempic o Wegovy, emula el papel de unos péptidos que hay en el organismo para regular, entre otras cosas, la saciedad: la molécula actúa en el intestino y manda una señal al cerebro para hacernos sentir llenos. Pero los expertos consultados explican que el péptido al que imita ese medicamento está por todo el organismo y los receptores que se comunican con ellos también. Por eso, el efecto del fármaco puede darse a más niveles, aparte de la disminución de grasa. “[Con estos fármacos] se reduce la grasa visceral, pero los receptores de estas moléculas los tenemos en casi todos los órganos y también tendrá su efecto. Sabemos que hay 230 complicaciones directas de la obesidad. El adipocito disfuncional crea el caldo de cultivo para muchas enfermedades. Solo queda hacer los ensayos [para comprobar el impacto de los fármacos a esos niveles]”, reflexiona Andreea Ciudin, jefa de la Unidad de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad.La investigación publicada en NEJM es un ejemplo de ello. La enfermedad por hígado graso está muy vinculada a un grupo de trastornos metabólicos (presión sanguínea alta, niveles de azúcar elevados, obesidad y colesterol y triglicéridos disparados) que elevan el riesgo de problemas cardiovasculares, ictus y diabetes. Alrededor del 30% de la población mundial la padece el hígado graso asociado a disfunción metabólica y, aunque en la mayoría puede desarrollarse de forma asintomática, los expertos calculan que entre un 25% y un 30% de los afectados sufrirán el grado más avanzado de la enfermedad. Esto es, una cadena de daños hepáticos que pueden poner en riesgo la vida del paciente: la acumulación excesiva de grasa en el hígado impide al órgano almacenarla y metabolizarla de forma adecuada, y las células hepáticas empiezan a sufrir y mueren, lo que acaba provocando inflamación; para combatir esas lesiones, el hígado genera mecanismos de cicatrización (fibrosis), pero ese tejido cicatrizado no puede hacer las mismas funciones que el órgano sano y el hígado empieza a fallar.El artículo que este miércoles se presenta en NEJM es un análisis provisional de un ensayo clínico internacional (fase 3) dirigido por investigadores del King’s College de Londres y la Universidad Virginia Commonwealth y financiado por Novo Nordisk (la farmacéutica que comercializa el Ozempic). Los científicos reclutaron a 800 personas con fases avanzadas de la enfermedad por hígado graso asociado a disfunción metabólica y las dividieron en dos grupos: a uno le administraron semaglutida y al otro placebo. Los resultados a las 72 semanas de tratamiento muestran que en casi el 63% de los pacientes medicados con los fármacos innovadores, la inflamación a causa de la acumulación de grasa se resolvió y la fibrosis no empeoró; en el brazo del placebo, esa mejoría solo la logró el 34%. El estudio mostró también que en el 37% de los tratados con semaglutida, esas cicatrices del hígado mejoraron (fue el 22,4% en el grupo de placebo). Y se vio, además, que los fármacos restablecieron otros marcadores hepáticos y redujeron el peso un 10,5% (un 2% en el otro grupo). Philip Newsome, director del Instituto Roger Williams de Estudios Hepáticos del King’s College y autor del estudio, ha asegurado en un comunicado que los resultados son “sumamente prometedores”. El científico ha recordado que la enfermedad por hígado graso asociado a una disfunción metabólica es un problema creciente a nivel mundial y este ensayo clínico, ha apuntado, arroja “una esperanza real” para los pacientes en los estadios más avanzados de esta dolencia. “Si bien estos resultados deben interpretarse con cautela, el análisis demuestra que la semaglutida puede ser una herramienta eficaz para tratar esta enfermedad hepática avanzada”, agregó. Sabemos que hay 230 complicaciones directas de la obesidad. El adipocito disfuncional crea el caldo de cultivo para muchas enfermedades” Andreea Ciudin, endocrinóloga de la Sociedad Española para el Estudio de la ObesidadEn una respuesta por correo electrónico, Newsome profundiza en los mecanismos que explican por qué funciona el Ozempic en estos contextos: “Es probable que la semaglutida tenga efectos dependientes del peso (a través del impacto en la saciedad), así como efectos independientes de la pérdida de peso (acción sobre la sensibilidad a la insulina y la inflamación)”. Más de la mitad de los pacientes reclutados en el ensayo tenía también diabetes tipo 2 y tres de cada cuatro sufrían obesidad. Sobre los pacientes que no respondieron de forma tan contundente en este análisis provisional, el investigador señala: “Es importante tener en cuenta que estos datos corresponden solo a 72 semanas, por lo que es posible que con un tratamiento más prolongado, más pacientes puedan observar beneficios”.Vanesa Bernal, vocal de la junta directiva de la Asociación Española para el Estudio del Hígado, cuenta que los hepatólogos estaban siguiendo de cerca esta investigación. Se esperaban estos resultados, dice, porque fases previas del ensayo ya arrojaron “datos espectaculares”. “Y además, los hepatólogos sabemos que corrigiendo las condiciones metabólicas y perdiendo peso [algo que la semaglutida suele lograr]el hígado mejora muchísimo”, abunda. Combatir la fibrosisA Ciudin tampoco le sorprenden los resultados: “Era algo que estábamos esperando”. La endocrinóloga admite que, hasta ahora, los estudios hechos con semaglutida en esta enfermedad no habían mostrado impacto en la fibrosis, pero sí en la acumulación de grasa en el hígado. Y eso suponía ya un hilo de optimismo para los científicos. “Lo que más nos preocupa es la fibrosis, pero, con la misma molécula, en un ensayo en fase 2, no salió, quizás por el diseño del estudio o el tiempo de tratamiento. Así que, ver, con este ensayo, que sí se puede revertir la fibrosis, da esperanza”, reflexiona.Con todo, matiza que esta investigación ha encontrado resultados positivos en pacientes con grados de cicatrización intermedios o avanzados (II y III), pero desconocen si en el estadio más severo de fibrosis (grado IV) o cuando ya hay una cirrosis instaurada estos fármacos tendrían efecto. Los propios autores, en el artículo, abundan también en esta línea y exponen: “Aunque la semaglutida puede usarse con seguridad en pacientes con cirrosis, su eficacia en esta población no se ha establecido”. Bernal, por su parte, recuerda que hay estudios observacionales de pacientes con cirrosis tratados que muestran cierta mejoría: “Cuando la cirrosis está muy establecida, es difícil de revertir. Pero pueden mejorar algunos aspectos, como el riesgo de complicaciones y de cáncer”El ensayo clínico sigue en marcha: la investigación prevé reclutar un total de 1.200 participantes de 37 países y prolongarse durante cinco años para analizar la supervivencia libre de cirrosis en ese tiempo. Pero el universo Ozempic no acaba aquí.Hígado graso por alcoholNewsome señala que también hay ensayos en marcha para estudiar la semaglutida en pacientes con daño hepático asociado al alcohol: “Estamos a la espera de estos datos. Otros estudios han demostrado que los medicamentos semaglutida/GLP-1 pueden alterar o reducir el ansia de alcohol, lo que puede ser útil en este contexto”. En esta línea, Bernal recuerda que se está investigando el potencial de estos fármacos en pacientes con adicciones: “Estos medicamentos no solo actúan a nivel del páncreas, sino también en el cerebro, en el hipotálamo: disminuyen la saciedad, pero también actúan sobre los mecanismos de recompensa y castigo. Unir estas dos cosas sería maravilloso porque no solo haría que se vaya la grasa del hígado, sino también controlaría el impulso en pacientes con consumo problemático de alcohol”, reflexiona.

El universo Ozempic se expande: estos fármacos también sirven para tratar el hígado graso | Salud y bienestar
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