La firma es ese momento idílico en el que el autor y el lector se encuentran en la caseta y se reconocen a sí mismos como los extremos de la cadena del libro, y se abrazan, metafóricamente, a través de un boli y una página. Es hermoso. No siempre hubo firmas en la Feria del Libro de Madrid: en una columna reciente en este periódico el escritor Manuel Vicent recuerda que a finales de los años 60 todavía no era tradición que los escritores firmaran: “Fue una moda que se fue imponiendo con los años hasta convertirse en una carrera de caballos, un festival de egos porque había un jurado que al final proclamaba quién había sido el rey de la feria”. Algunos de esos reyes fueron, recuerda Vicent, Carmen Martín Gaite o Antonio Gala. Hoy más que reyes incuestionables hay nutrida aristocracia literaria, y también extraliteraria.Más informaciónAsí que los escritores están ahí, expuestos como fieras en el zoo, y, como las fieras en el zoo, es su presencia la que genera economía. Las firmas se han convertido en el gran reclamo del evento y en una parte importante de su motor económico. El año pasado, según la consultora GFK, el volumen de negocio fue de 13,4 millones de euros. Para el 42% de las librerías, la Feria supone entre un 10% y más del 20% de su facturación anual. Y una parte de esa facturación (es difícil saberlo con precisión) viene por las firmas. Colas para firmas en la Feria del Libro de Madrid, a 7 de junio de 2025. JUAN BARBOSAJavier Cercas atendía este sábado por la mañana a una nutrida cola firmando El loco de Dios en el fin del mundo (Random House) en la caseta de la muy canónica librería Méndez (caseta 161), con sede en la calle Mayor de Madrid. “Las firmas traen un 40% de los ingresos de la caseta”, dice el librero Antonio Méndez. Su cartel es envidiable, como de festival de música: Julia Navarro, Fernando Aramburu, Manuela Carmena, Javier Sierra, Enrique Vila-Matas, Manuel Rivas, Héctor Abad Faciolince o Carlos del Amor; todos nombres con gran capacidad de convocatoria. ¿Cuál es el secreto? “Pues llevar 40 años trabajando y tener buena relación con los autores”, dice Méndez. Hay autores que vienen a vivir la experiencia, a recibir a los amigos y familiares, pero los autores que generan firmas de verdad, es decir, ventas considerables (aunque en ocasiones los lectores vengan con los libros de casa) son muy solicitados y los grupos editoriales y distribuidoras tienen que decidir a qué librerías se los adjudican, a veces mediante negociaciones: no te puedo dar a Mengano, que tiene la agenda muy apretada, pero lo puedo compensar con Fulano y el prometedor Zutano, que tiene un futuro brillante. Antonio Méndez, de la librería Méndez, despacha en la Feria del Libro el 7 de junio de 2025. JUAN BARBOSAEn este negocio la organización de la Feria no pinta demasiado: las librerías se ponen en contacto con los editores, que ofrecen a sus autores. Además, las editoriales y distribuidoras también tienen sus propias casetas. “Desde la Feria nos limitamos a habilitar cinco carpas externas de firmas, para no colapsar el paseo de las casetas, donde firman los autores más mediáticos”, dicen fuentes de la organización. Tienen nombres arbóreos, como Boj o Magnolio. Este sábado firmaban allí la influencer Tamara Gorro o la superventas romántica Megan Maxwell. La tradición de las carpas externas nació en los 80, cuando Francisco Ibáñez, creador de Mortadelo y Filemón convocaba a multitudes. Lo que también ha hecho la feria es invertir en la mejora del sistema de gestión informático, donde los libreros pueden subir a la red su calendario de firmas. “Cuando acaba el Día del Libro, más o menos, ya nos ponemos a hablar con los comerciales de las distribuidoras para pedir las firmas”, dice Laura Rodríguez, de la librería Girasol (caseta 356). No es la única vía: también se puede contactar con un amigo autor directamente e invitarle a comparecer. “Así, tú te haces tu carta a los Reyes Magos, y luego hay cosas que consigues y cosas que no”, dice Rodríguez. En su caseta le gusta mezclar a autores con mucho tirón, más mediáticos, más comerciales, con otros que quizás no vendan tanto pero que son de su gusto. La facturación de la feria supone “un porcentaje elevado” de su facturación anual, y de ese porcentaje, buena parte proviene de las firmas. “No se estimarlo, pero un día con una firma buena es una alegría”, dice. El año pasado le cancelaron ocho firmas de unas cuarenta: le hicieron un roto. Laura Rodríguez, de la librería Girasol, el 7 de junio de 2025 en la Feria del Libro de Madrid.JUAN BARBOSAEn la edición de 2024 se vendieron en la Feria más de 831.000 ejemplares con un gasto medio por lector de 32,4 euros. Y, una vez más, parte de esas ventas son propiciadas por las firmas. Organizarlas supone un trabajo extra en cuestión de traslado y almacenaje de cajas de libros, porque, un librero, además de todo lo demás, es una persona que mueve de un lado a otro pesados prismas de papel. Entre los grandes éxitos de Girasol, el año pasado, estuvieron Juan Manuel de Prada, Santiago Posteguillo o Andrés Trapiello. También autores que no prometen demasiado y luego se cascan 50 libros firmados, porque se han movido bien en redes o tienen muchos (y fieles) amigos. “Una firma buena son 150 ejemplares, facturas 3.000 euros en dos horas”, dice Rodríguez.En la Feria rubrican mucho los escritores famosos, pero más rubrican los famosos a secas (cosa que tradicionalmente ha levantado ampollas). Un ejemplo paradigmático de firma masiva fue la de Ana Obregón, hace un par de años, con su libro El chico de las musarañas (HarperCollins Ibérica), firmado en coautoría con su hijo fallecido, Aless Lequio y en mitad del escándalo del nacimiento de su nieta: requirió una carpa especial en la que se congregaron cientos de fans. Los primeros de la fila, desde las ocho de la mañana, Isabel y Sergio, una madre y un hijo que venían de San Sebastián: estaban felices de conocer a Ana, de la que eran “superfans” desde tiempos de la serie Ana y los Siete. Ana Obregón llegando a su firma en la Feria del Libro de 2023. JUAN BARBOSASe repartieron 150 tickets que aseguraban 150 firmas, aunque, cuando se acabaron, la Obregón tuvo que quedarse a firmar el doble, muy amablemente, para evitar un motín. La feria tuvo que alargar su horario. “Los autores más mediáticos y conocidos aportan una cantidad elevada de ingresos a las editoriales, a las librerías, al sector del libro, también mediante las firmas en los grandes eventos del año, como son Sant Jordi en Barcelona o la Feria del Libro de Madrid”, dice Laura Torrado, responsable de Comunicación de HarperCollins (caseta 256). La escritora británica Caitlin Moran firma ejemplares de su libro ‘¿Y los hombres qué?’ en la feria del libro de Madrid 2025, el 6 de junio de 2025.Gustavo Valiente (Europa Press)La librería La Imprenta (caseta 65) sigue otra lógica, digamos, sociocultural, que se resume en el lema “nuestra caseta, vuestra casita”. Traen a la friolera de 91 autores, ocupando todos los turnos posibles, que firman en parejas especialmente ideadas, en busca de rimas y consonancias. Y no persiguen grandes colas o ingresos, sino visibilizar el tejido literario, especialmente el poético, que tiene tan pocos lectores (aunque, como se dice, sean los mejores). “Tratamos de democratizar lo que es un espacio de privilegio”, dice el librero Miguel Ángel Vázquez, “y también queremos apoyar a pequeñas editoriales que están haciendo un trabajo excepcional y que a veces no consiguen el apoyo de los grandes medios. Esto es lo que le da sentido a nuestra caseta”. Además, les encanta dar primeras oportunidades: “Es muy bonito acoger a un autor que firma por primera vez, la emoción de entrar en la caseta, los nervios, ver a la gente que le quiere y le arropa… eso para mí es un regalo”, dice Vázquez. Si la caseta de La Imprenta supone un tercio de la facturación del año, un tercio de ese tercio (un noveno), viene de las firmas. Tienen un enorme botijo para hidratar a los autores y a cada firmante le regalan una llave dorada: la llave de la caseta, la llave de su casita.

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