12.30 del mediodía en el inmenso patio de cemento del CEIP El Olivo de Mairena del Aljarafe. El sol, que cae a plomo, alcanza los 23º Centígrados -aún lejos de los 35º que suelen ser la media en los meses de verano- y ni una sola sombra que proteja a los niños que corretean del calor… De momento. Porque en uno de los laterales se yerguen los finos troncos de plantas de bambú que en pocos meses envolverán con su sombra ese espacio. Esta iniciativa se ha replicado en el resto de los colegios públicos de esta localidad sevillana de 47.906 habitantes, como parte de la estrategia de renaturalización de los patios escolares de la localidad que ha impulsado su Ayuntamiento y que ha financiado íntegramente. “Nuestra intención es aportar más de 3.500 metros cuadrados de sombra en el conjunto de los patios escolares de Mairena”, explica su alcalde, el socialista Antonio Conde. Con estos parapetos de sombra viva, para el que el consistorio ha invertido más de 256.000 euros, no solo se busca aliviar a los alumnos del calor, una demanda recurrente de las Ampas, sino que se pretende que ellos participen y diseñen ese espacio común que nadie conoce mejor, puesto que son los que pasan allí buena parte de su tiempo, con la intención de hacer de las escuelas un espacio vivo del que pueda participar el resto de la comunidad también fuera de las horas lectivas.Pero en este proyecto, además de la sombra natural, la relevancia reside en quién la otorga. En esta iniciativa pionera, porque nunca se ha abordado de manera generalizada en todos los colegios de un mismo municipio -más allá de tres casos puntuales en tres centros educativos concretos (también en la provincia de Sevilla)-, el bambú es clave. No solo por la penumbra que garantiza, sino porque también resuelve todos los problemas que las plantas llevan aparejadas: consumo de agua, necesidad de mantenimiento, atracción de plagas o foco de alergias. “Es la solución perfecta para todo”, afirma Manuel Trillo, biólogo y uno de los socios fundadores de La Bambusería, que junto con el estudio de arquitectura La Urdimbre, especializado en la transformación de centros educativos, lideran este proyecto.Una de las instalaciones de bambú realizadas por La Bambusería. / LA BAMBUSERÍAEn los colegios de Mairena se han utilizado seis especies distintas de bambú, ninguna, eso sí, perteneciente a las cañas que estamos acostumbrados a ver crecer de manera incontrolada en las riberas de los ríos. “El que nosotros empleamos es completamente desconocido en España, es un bambú no invasivo que proviene de las zonas tropicales y subtropicales y que arraiga en entornos similares a donde crecen los naranjos, es decir que esta planta se adapta perfectamente a un clima como el andaluz”, explica Trillo. Además de su capacidad de adaptación al ecosistema del Aljarafe sevillano otra característica esencial es su “crecimiento exponencial”. “Dependiendo de las especies pueden alcanzar desde los seis a los 18 metros y en un tiempo medio de tres años”, abunda.Las diferentes alturas a las que pueden llegar cada una de las especies determina en qué lugar se vayan a ubicar y cómo. Para espacios extensos, como las pistas deportivas, se utilizan las que pueden alcanzar las cotas más altas, constituyendo así una pantalla de sombra natural, mientras que las que no crecen tanto se emplean para formar cúpulas abiertas, espacios amplios en los que las copas del bambú se unen proporcionando cobijos amplios, perfectos para poder dar clases en el exterior, una de las iniciativas que se pretende desarrollar en cuanto crezcan lo suficiente.Algo para lo que no hay que esperar mucho. Los tallos plantados hace 15 días en el alcorque del patio del CEIP El Olivo tienen entre cuatro y cinco metros, pero en octubre llegarán a los 11. De media, estos ejemplares crecen 40 centímetros al día. “En una situación de emergencia climática, necesitamos proporcionar sobra con rapidez a los colegios, pero es que, además, este tipo de estructura, además de sombra, mejora la humedad, la evaporación, la transpiración…”, apunta Manuel Benítez, uno de los miembros del estudio La Urdimbre.Estos tipos de bambú, además, son muy resistentes y no hay riesgo de que los balonazos de los niños y, sobre todo, las lluvias o los fuertes vientos puedan quebrar sus ramas provocando accidentes. “Crecen en zonas acostumbradas a inclemencias monzónicas y no hay peligro ninguno de caída”, indica Trillo, que llama la atención sobre otras ventajas de estas especies, como el hecho de que no atraen a las plagas por su tallo duro y extenso; no son un foco para las alergias porque florecen una vez cada 150 años, y además de pantalla solar, parapetan del ruido, lo que también puede proporcionar cierto relax a los vecinos que verán amortiguado los gritos de los niños en el patio.Tampoco requieren de un mantenimiento sofisticado y, lo más importante, teniendo en cuenta los trances de sequía a los que se ve abocada esta comunidad, el consumo de agua que precisan es relativamente bajo. “Es lo que consume una cisterna de inodoro al día, entre cuatro y ocho litros”, precisa Marta Barbero, otra de las arquitectas cooperativistas de La Urdimbre. Todas las plantas cuentan con riego por goteo que está monitorizado de manera automática y cuentan con sensores de humedad. Un control en el que participan también los alumnos. “Les enseñamos las aplicaciones y acaban sabiendo lo que cuesta disponer de agua y es algo que también comparten con sus familias, cómo se riega en el colegio, como se controla el agua…Esto da un mensaje de presente, pero también de futuro”, indica el alcalde.Un recurso escolar másAlcorques con plantas de bambú en el patio del CEIP El Olivo, en la localidad sevillana de Mairena del Aljarafe. PACO PUENTESPorque, más allá de una iniciativa pionera para proporcionar sombra viva en los colegios, este proyecto supone un valor añadido para la educación de los alumnos que se han involucrado en todo el proceso, como reconoce Yolanda Coco, directora del CEIP Ginés de los Ríos, donde los bambús se han plantado para dar sombra a su patio polideportivo y al corredor que lleva hasta el comedor. Las vallas que protegen los alcorques donde crecen las plantas están hechas con 12 toneladas de plástico reciclado. “Pusimos contenedores en la entrada del colegio para que los niños depositaran allí los envases, y todo ese plástico se ha utilizado en la elaboración de esas vallas”, indica la docente. “De esas 12 toneladas, al menos una procede del reciclaje de los colegios”, añade Benítez. “Los alumnos se han sentido partícipes de todo este proceso”, recalca Coco, un “valor añadido” que también destacan desde La Bambusería y La Urdimbre. “Este es un entorno relativamente sensible, donde explicar este proyecto implica que el alumnado aprenda una serie de valores, les hemos involucrado en el reciclaje, en el control del agua…”, indica Barbero. “Esta planta es muy adictiva, porque como crece muy rápido, provoca que los chavales estén pendientes de los cambios después de Semana Santa, de las vacaciones… Cambia en muchas dimensiones y no son cambios virtuales”, añade Trillo, mientras señala a los brotes que ya han crecido en apenas 15 días a lo largo de uno de los tallos recién plantados. Esa implicación de los alumnos se extiende, cómo no, a la plantación de los bambús, en la que han participado en todos los colegios. Un proceso que en el CEIP Ginés de los Ríos ha sido más complicado que en el CEIP Los Olivos, porque aquí no había suelo natural para fijar sus raíces, sino que hubo que picar el cemento del patio. Tampoco parece importar mucho, y esa es otra de las ventajas de esta especie. “Se necesitan solo 60 centímetros de profundidad para que puedan arraigar”, apunta Trillo.Las especies de bambú que se han plantado en todos los colegios públicos de Mairena solo crecen en la finca que la Bambusería tiene en la localidad sevillana de Alcalá del Río. En Mairena, en total, se han colocado 251 ejemplares. “No hay nadie en Europa que haya hecho esto”, destaca Benítez. En su estudio llevaban tiempo tratando de buscar soluciones para proporcionar de manera eficaz y sostenible sombra en los colegios, peo no encontraban ninguna alternativa que les satisficiera, hasta que alguien les puso en contacto con la empresa de Trillo y su socio, Antonio Vega. “De repente, encontramos una solución que no fuera pan para hoy y hambre para mañana, pantallas de sombra rápida y verde en menos de tres años, era la solución perfecta”, indica Benítez. Para Trillo este proyecto es especial, no solo porque hasta entonces todas las acciones que habían realizado era para particulares y no en instalaciones públicas, sino porque el escenario es Mairena del Aljarafe, la ciudad en la que tanto él como Vega crecieron.El Ayuntamiento ha completado la plantación de bambú en siete de los ocho CEIP públicos de Mairena -el que queda está a punto de terminar-, de competencia municipal. El siguiente paso es extender el proyecto a los centros concertados y a los IES, estos últimos dependientes de la Junta, de la que confían en que colabore en la financiación de esta próxima fase. También han pedido fondos europeos y van a acudir al Ministerio de Transición Ecológica para obtener más fondos que les permitan completar la naturalización de los patios de la localidad y hacer de los colegios nuevos centros de la vida del municipio. “Esta iniciativa supone también reencontrarnos con la filosofía del proyecto de ciudad que fue Mairena, que evolucionó a través de la vegetación, de los árboles de gran porte que se plantaron en el 92 con motivo de la Expo, queremos recuperar y transmitir ese espíritu amigable y humano”, añade el alcalde.

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