Hace ya una década que el irlandés Barry Keoghan, de 32 años, empezó a colarse en las pantallas gracias a series y películas, de Dunkerque a Chernobyl. Pero en el último par de años su popularidad ha crecido gracias a Almas en pena de Inisherin (que le dio una nominación al Oscar), a su aparición estelar en la película Saltburn, a su elección como Ringo Starr en el próximo gran biopic de los Beatles y también a motivos personales, como a su relación sentimental, ya terminada, con la cantante Sabrina Carpenter. Sin embargo, poco se conoce de la vida personal del dublinés, que ahora se ha abierto en canal en una entrevista para hablar de su dura infancia, en la que perdió a sus padres por las drogas, y también del presente, contando que él mismo es adicto y que ya no pretende esconderlo más.Keoghan ha hablado con el medio especializado Hollywood Authentic, una revista sobre el mundo del cine fundada el año pasado por el conocido fotógrafo Greg Williams, un habitual de las alfombras rojas a la hora de retratar a las estrellas. De hecho, las fotografías del largo reportaje están tomadas por el propio Williams en Dublín, la ciudad natal del actor, junto a su familia, sus abuelos, sus primos y amigos… Aunque la directora de la publicación, quien además le entrevista, explica que se han encontrado varias veces, tanto de manera informal como en entrevistas, relata que en esta ocasión es distinto, y que el propio Keoghan así lo reconoce.Más informaciónPorque en esta ocasión el intérprete, padre de un niño de casi tres años, cuenta mucho de su vida personal. Se crio en el Dublín de los noventa con padres adictos. De hecho, ambos murieron por sus adicciones a las drogas; su madre, al menos, a causa de la heroína, según desvela. Los hermanos Keoghan pasaron por hasta 14 casas de acogida. Después, se criaron con su abuela materna, Patty; su abuelo murió a los 54 años y ella quedó sola con 10 hijos y, más adelante, varios nietos a su cargo. Viendo películas antiguas con ella, observando a Marlon Brando, supo que quería ser actor: “Era mi forma de aprender el comportamiento de los hombres, porque no tenía una figura paterna. Les miraba y sabía cómo se comportaban […] Tenía un tío, Alan, que murió. Estuvo muy presente para nosotros varios años, era hermano de mi madre. Pero murió. Solo tenía 40 años. Fue una sobredosis”. Hasta tres de los 10 hijos de Patty fallecieron por las drogas.Los hermanos Keoghan no se portaban especialmente bien. Él quería hacer teatro, pero le echaron por su comportamiento, por meterse en peleas constantemente y saltarse clases. Logró hacer Oliver una Navidad y los profesores quedaron maravillados. Desde entonces, cuando era apenas un adolescente, empezó a hacer cortos, castings y pequeños episodios. Su cabezonería (reconoce que nunca tuvo un plan B) le llevó hasta Hollywood y la nominación al Oscar. Tuvo a su hijo, Brando, y la vida parecía sonreírle. Pero él ahora ha querido detener esa narrativa e ir adelante con la verdad. Ha contado cómo, hace un par de años, su hermano menor, Eric, y un buen amigo, Niall, tuvieron que buscarle, meterle en un avión y enviarle “a Inglaterra a hacer rehabilitación”. Durante el reportaje, visitando la casa de su abuela, una de sus tías le entrega a Keoghan el antiguo diario de su madre, que él nunca había visto, solo en fotografías. Al leer sus páginas, en las que su madre relata las dificultades de vivir entre las drogas y sus esperanzas de pasar página, el actor se emociona. “Te rompe el corazón”, cuenta. “Puedes sentir su dolor”. Eso le trae una multitud de recuerdos. “Recuerdo ser niños aquí y oír a mi madre gritar a través del buzón, preguntando por nosotros, mientras luchaba contra la adicción, mientras buscaba dinero. Y nos decían que nos quedáramos en la cama. Que no bajáramos a abrazarla”, relata con dureza. Y continúa: “Ya no estoy en negación. Entiendo que tengo una adicción y que soy un adicto. Cuando lo aceptas, por fin puedes seguir adelante y aprender a trabajar con ello”.“Mi padre falleció por lo mismo, y también me hizo perder a mi madre. He perdido a dos tíos y a un primo por culpa de las drogas”, enumera. “Eso debería bastar para decir: ‘Vale, si me meto aquí, estoy jodido’. Pero la curiosidad es algo poderoso. A veces es beneficiosa, y a veces es perjudicial. Para mí, fue perjudicial. Ni la llegada al mundo de mi propio hijo me impidió ser curioso”, reconoce sobre su adicción a las drogas. “Ya sabes, vas a Los Ángeles, vas a Hollywood, dondequiera que esté la gran escena. Hay una enorme cantidad de presión, y un estilo de vida diferente, que es bueno y malo para ti. Estás rondando esa escena. Y lo que pasa es que acabas haciéndolo tú”, explica, mostrando las marcas de las heridas que se hizo en los brazos cuando estaba en pleno subidón de las drogas. “Tengo cicatrices para demostrarlo de manera literal. Son el resultado del consumo. Ahora estoy en paz y soy responsable de todo lo que hago. Lo acepto. Estoy presente. Estoy contento. Soy padre. Estoy empezando a ver esa neblina que una vez estuvo ahí, pero ahora es un poco más nítida y colorida”, afirma, esperanzado. “Siento que he llegado. También me disculpo, sobre todo conmigo, por todo el dolor que he hecho pasar a la gente y a mí mismo”.El actor Barry Keoghan y la cantante Sabrina Carpenter en la gala del Museo Metropolitano de Nueva York, en mayo de 2024.Kevin Mazur/MG24 (Getty Images)Además de sus adicciones a las drogas, Keoghan cuenta que ya se está preparando para el ambicioso proyecto cinematográfico de Sam Mendes, que hará cuatro películas sobre cada uno de los cuatro Beatles. Se estrenará al completo en 2028 y él interpretará a Ringo Starr, mientras que Paul Mescal será Paul McCartney, Joseph Quinn interpretará a George Harrison y Harris Dickinson a John Lennon. Se ha dejado crecer el pelo, lleva cinco meses tocando la batería y siente que tiene “muchas similitudes” con el baterista, hoy de 84 años. “Ahora que tengo buena salud puedo llegar a puntos constructivos, creativa y artísticamente, de una forma que antes no podía”, reflexiona. “Siempre me lo he tomado en serio, pero ahora soy capaz de llegar a algo de forma constructiva, a un lugar en el que estoy en paz. Intento constantemente mejorar como actor y demostrar mi valía. Siempre digo que la única persona que se interpone en mi camino —con todo, no sólo para actuar o interpretar— soy yo mismo, cuando me asaltan las dudas. Yo me pongo mis propios obstáculos. Nadie más es responsable de que yo alcance la satisfacción o el éxito. El único responsable soy yo, y lo he aprendido en el camino a la sobriedad”.También explica que nunca ha usado mucho las redes sociales, solo recientemente, y que aun así las desactivó tras su ruptura con Sabrina Carpenter hace unos meses. La pareja se separó a finales de 2024 tras algo más de un año saliendo juntos. “En las redes hay mucho que no es real. Y ya sabes, todos nos buscamos. Cualquiera que te diga que no se busca o busca su nombre… mentira. Todos lo hacemos”, afirma. “Pero estaba recibiendo un montón de calumnias. Puedo lidiar con eso, y puedo lidiar con gente que ataca mi vida… pero luego vino algo más. Había gente tocando a la puerta donde vive mi hijo. Gente en casa de mi abuela. Me pareció muy injusto. Así que publiqué un comunicado y me di de baja de Instagram”, explica sobre el acoso que denunció días después de confirmarse su separación de la que hoy es una estrella del pop. Reconoce que se marchó de la red porque prefiere que la gente le juzgue por sí mismo al conocerle, o por su trabajo, no por el contenido que sube, y que estaba en la red “en busca de validación, falsa validación”: “Colgaba selfis y fotos en el gimnasio, y era como ¿para qué? Buscaba la dopamina”.

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