César Camarero (Madrid, 1962) es un compositor que, bajo una aparente tranquilidad, con una vestimenta de trampero reposado del salvaje Oeste, esconde llamaradas de fuego que cuesta reconocer. La propuesta de teatro musical que la Fundación Juan March ha puesto en escena este miércoles, Cómo subir una escalera sin peldaños, en coproducción con la sala Turina de Sevilla, es buena muestra de lo dicho. Se trata de una historia contada con recursos de fotonovela, docudrama y thriller a la que una música en directo soporta desde un zócalo sonoro de tranquila belleza. Más informaciónLa sustancia es la de un supuesto detective (todo es supuesto aquí), que sigue los pasos de una mujer de la que sospecha algo relacionado con un espionaje o alguna trama con claves secretas. Todo está contado desde fotografías de móvil y una voz en off que describe las operaciones a otro “supuesto” colega. Los dos protagonistas de la historia, Ella y Él, están fijados en un vídeo que contiene las fotos, la voz y, en algún momento, un significativo vídeo.Formalmente, Camarero, compositor y creador de toda la intriga, define la experiencia como drama existencial y ahí ha hay una buena pista, este docudrama sobre fotos tiene mucho de una experiencia como la de Chris Marker en La jetée o, en menor medida su otro film Level five, y, como en ellos, también Camarero presenta un enigma por resolver. El primero de los enigmas queda claro enseguida, Él descubre que alguien se cuela en las fotos, que observa al observador, que posiblemente sigue al que sigue a Ella. Y ese mirón, quizá el asesino, si es que hay crimen, no es otro que el propio Camarero que sale así vestido con gorro y una visible barba, tanto en las fotos como al final, cuando el propio compositor aparece en escena con similar vestimenta y entrega algo al pianista con el mismo secretismo que lo visto en las imágenes. Un momento de ‘Cómo subir una escalera sin peldaños’, de César Camarero.Dolores Iglesias Fernández (Archivo Fundación Juan March)Esa idea de que quizá el asesino sea el propio autor nos remite también a otro gran creador francés, Georges Perec, aquel que escribió toda una novela de sucesos en la que faltaba la letra E y que, al final, se descubre que la desaparición (La disparition) que están investigando es la de esa letra que falta. El texto, de todos modos, deriva de una historia del americano Stanley J. Reeve retrabajada por Virginia Nogueira.Pero hay algo más turbador. En medio de la trama, Ella aparece en vídeo esta vez para mostrar una suerte de disertación en la que nos habla de un poco conocido episodio en el que un periodista del antiguo diario Pueblo entrevista a un “condenado a muerte por un falso crimen” y que había conseguido escabullirse de la justicia durante más de tres décadas. Por ese artículo, el periodista había sido condenado a varios meses de cárcel que cumplió, era el año 1970 y en el franquismo no se bromeaba con esas cosas. Ese periodista se llamaba Julio Camarero, y su recuerdo nos conduce a aquel periodismo “salvaje” del que apenas sobreviven algunos nombres, Pérez-Reverte, Raúl del Pozo, Carmen Rigalt, José María García… En un reciente artículo de El Día de la Rioja, firmado por Javier Villahizán, se describía así al temerario periodista encarcelado: “Uno de aquellos ilustres fue Julio Camarero que, antes de llegar a ser corresponsal y jefe de redacción paso por Sucesos. En ese departamento hizo de todo por una exclusiva, desde hacerse pasar por policía para robar las fotos del difunto a cortarle el paso al resto de periodistas que iban a cubrir la noticia”.Todos los compositores son mentirososAl final de la pieza, un cartel indica que está dedicada a Julio Camarero, “mi padre”. En suma, la pieza investiga algo que no es otra cosa que el misterio de ese legendario padre del músico. Cita el compositor en el programa de mano la paradoja de Epiménides, tuneada: “Todos los compositores son mentirosos”, pero el verdadero problema reside en otro giro de guion, a veces los compositores cuentan la verdad.Un momento de ‘Cómo subir una escalera sin peldaños’, de César Camarero.Dolores Iglesias Fernández (Archivo Fundación Juan March)¿Y cómo funciona esta más que interesante trama con una música contemporánea a modo de soporte y un vídeo inteligentemente esquematizado? Esa es la pregunta del millón, sobre todo porque esta propuesta, deudora de trazas del vanguardismo del siglo XX y con la intención de investigar nuevas maneras de contar historias, tiene escasos antecedentes y todo lo que resulta novedoso sin mostrarse escandaloso siempre tiene más dificultades de las normales para ser admitido. Si tengo que arriesgar una opinión personal, a mí me resulta fascinante. No es ópera, no es teatro, no es cine ni es un concierto y, sin embargo, todos los géneros citados quedan implicados. A mi modo de ver tiene además otra virtud, es extraordinariamente económico, muestra que es posible tentar otras maneras de contar sin excesos de producción.En lo que respecta a los artistas que intervienen, la mención al grupo Taller Sonoro de Sevilla es obligada y sobresaliente. Este excelso sexteto de música contemporánea no necesita demostrar nada a lo ya realizado en una exigente carrera artística de más de 25 años. La música que les ha escrito Camarero precisa de un temple poco habitual, deben contar sin contar, mantener el pulso a partir de una especie de latidos que muestran pocas fluctuaciones pero que sostienen el interés. Es música difícil, como lo es Camarero en general, pero sin percibirse como tal. Además, miembros del grupo se han implicado en labores como el diseño de producción, que realiza el pianista Ignacio Torner, o los efectos de sonido, a cargo del percusionista Baldomero Llorens. Es, en suma, un éxito de equipo al que se debe añadir la locución del actor Manolo Caro, expresiva y preñada de matices del viejo detective, y la actriz Rocío de Frutos, que se pasea por una Sevilla alejada de los tópicos, sembrando misterios y siempre distante, como lo son siempre los personajes que tienen cosas que ocultar.’Cómo subir una escalera sin peldaños’Música. César Camarero.
Texto. Virginia Nogueira, a partir del relato A shadow’s Life de Stanley J. Reeve.
Reparto. Rocío de Frutos, actriz en fotografías y vídeo; Manolo Caro, actor, voz en off. Taller Sonoro.
Nueva producción de la Fundación Juan March y el Espacio Turina de Sevilla.
30 de abril y 1 de mayo. Fundación Juan March de Madrid.

César Camarero convierte un foto-documental en orfebrería narrativa | Cultura
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