El 11 de septiembre de 2001, un chico de 20 años que se dirigía caminando hacia el trabajo, presenció en directo el brutal ataque aéreo que destruyó las Torres Gemelas en Nueva York. Un atentado que abrió una imborrable herida en el pueblo estadounidense y subrayó las debilidades de un país aparentemente invencible. Ese chico veinteañero era Gerard Way y, casi dos décadas después, confesaría en una entrevista que el 11-S fue, sin duda, el acontecimiento que le impulsó a llamar a un amigo y componer el primer tema que formaría parte del álbum debut de My Chemical Romance, banda que aunó algunos rasgos identificativos de diferentes géneros musicales ya existentes, como el emo, el pop-punk o el rock, y que presentó una propuesta narrativa y estética cargada de teatralidad y dramatización. My Chemical Romance no inventó el género emo ―que había surgido en los ochenta como subgénero del hardcore punk―, pero sí que adoptó su razón de ser que, en definitiva, era la expresión de la nostalgia, la añoranza por un pasado mejor y la reivindicación de la vulnerabilidad, la soledad y la tristeza como manera de enfrentarse al mundo.Ese cóctel de emociones expresado a través de la música y de una estética rupturista que llevaba al extremo el aspecto de otras bandas populares de la década anterior, como Nirvana o Green Day, tuvo un fuerte calado sobre todo entre los adolescentes, quienes se sintieron identificados con su narrativa y puesta en escena. Los delineados marcados, los flequillos ocultando parte del rostro, los piercings y tachuelas rescatados del punk, los pantalones ajustados del rock y el aspecto desaliñado del grunge empezaron a convertirse en una moda masiva. Gracias al impulso que el canal de música MTV empezó a dar a las bandas que surgían en torno a este movimiento, el emo pasó a ser un fenómeno adolescente que daría lugar a una tribu urbana bien diferenciada desde el punto de vista estético.Más informaciónSegún Carles Feixa, catedrático de antropología social en la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona), el emo se asocia a la experimentación de la crisis emocional de la adolescencia y de la primera juventud. “Así como las demás tribus urbanas están vinculadas a las crisis sociales, económicas y políticas, el emo explora su crisis emocional individual”, asegura. Los grupos de música emo de la década de los 2000 componían letras que hacían alusión a la melancolía y a la incomprensión, sentimientos que van muy ligados a la etapa de desarrollo juvenil. Aquellos adolescentes que sentían que no encajaban en los grupos tradicionales encontraban un espacio seguro en la comunidad emo, donde podían expresar su situación de crisis existencial a través de la ropa y de su actitud sin riesgo a ser juzgados. Las redes sociales populares en aquel momento, como MySpace, Tumblr o Reddit, contribuyeron a dar difusión a este grupo contracultural underground cuyo leitmotiv era la expresión de la melancolía.My Chemical Romance aunó algunos rasgos identificativos de diferentes géneros musicales ya existentes, como el emo, el pop-punk o el rock, y presentó una propuesta narrativa y estética cargada de teatralidad y dramatización.kelly bowden (Getty Images)En esos primeros años 2000, no solo surgieron los emo como nueva tribu urbana definida. En paralelo al desarrollo de internet, otros grupos vinculados a diferentes géneros musicales empezaron a ganar popularidad y a convivir con los que ya existían desde los ochenta y los noventa. En este contexto, encontramos una amalgama de identidades bastante curiosa: estaban los bakalas y pokeros, influenciados por la música dance electrónica; los canis, por el primer reggaeton y por el flamenco; los pijos, por el pop; los punk y heavys (aunque ya con menos presencia); y los raperos, por el hip-hop. Entre todos, el emo jugaba el papel del incomprendido, del que no encaja. En este sentido, el doctor en antropología cultural, Iñaki Domínguez, señala que “los emo formaban parte de la oleada de los nuevos románticos, junto con lo que habían sido anteriormente los grunge, los góticos o los siniestros”.Para dibujar el perfil del adolescente emo, el también escritor y autor del libro Bufones: Humor, censura e ideología en los tiempos de internet (Ariel, 2023), cuenta que “es el típico modelo del chaval incomprendido que también había en los ochenta y noventa”. Para él, un ejemplo clásico de este perfil es el que representaban The Smiths en los ochenta que, aunque musicalmente no estuvieran vinculados con los emo, tipos como Morrissey (el vocalista) representaban a ese chico atormentado, de sensibilidad romántica, con una sexualidad ambivalente y con un cierto interés por lo punk.Aunque musicalmente no estuvieran vinculados con los ’emo’, tipos como Morrissey, de The Smiths, representaban a ese chico atormentado, de sensibilidad romántica, con una sexualidad ambivalente y con un cierto interés por lo punk.Pete Still (Redferns)La muerte de las tribus urbanasLa fiebre del emo empezó a perder fuelle a partir del año 2010 por varias razones: en primer lugar, las bandas de música que habían representado este género viraron su enfoque hacia algo más comercial y la búsqueda de lo underground empezó a ser motivo de choque entre las diferentes corrientes del emo. Esa pérdida de sentido, llevó a que algunas de ellas se disolvieran. Por otro lado, el estallido de redes sociales como Instagram o Tuenti homogeneizaron la estética del momento y las diferencias tan marcadas entre las tribus urbanas existentes empezaron a disolverse. De hecho, los expertos apuntan que las tribus urbanas desaparecieron a partir del 2015.Roger Martínez Sanmartí, profesor de Sociología de la Universitat Oberta de Catalunya, considera que uno de los motivos es que, en general, los adolescentes ahora salen mucho menos que antes y hay menos vida de calle. “Los rituales cara a cara ligados a la música y a vestir de una determinada manera para diferenciarse del resto han perdido fuerza. Instagram o TikTok difunden etiquetas que a mucha gente les sirven para coger una posición respecto a algo, pero enseguida se pasan porque todo va muy rápido”, dice. Sobre esta pérdida de identidad grupal entre adolescentes, Domínguez añade otra razón: “En internet parece que existe una diversidad máxima, pero al fin y al cabo los canales que verdaderamente son potentes son muy pocos y lo que fomentan es una total uniformización. Todos los chavales quieren las mismas zapatillas, escuchan más o menos lo mismo y se suman a las mismas modas”. Y concluye: “No podemos vender que las tribus urbanas fueran ultrarradicales porque también eran un poco un acto de borreguismo ―en el sentido de adoptar una estética preestablecida―, pero sí que contribuían a que existiera una diversidad que hoy en día no se da.”El estallido de redes sociales como Instagram o Tuenti homogeneizaron la estética del momento y las diferencias tan marcadas entre las tribus urbanas existentes empezaron a disolverse. Los expertos apuntan que las tribus urbanas desaparecieron a partir del 2015. parema (Getty Images)¿Qué pasó con los emo?Los jóvenes que fueron emo durante los 2000 crecieron y se convirtieron en adultos. Carece de sentido que una tribu urbana construida en torno a la crisis de la adolescencia encontrase espacio más allá de los 18. Sin embargo, el sentimiento de permanencia de los que conformaron esta contracultura, a diferencia de lo que ha ocurrido con otras, sigue muy vivo. “Hoy en día no me declaro emo de la misma manera que lo hacía con 14 años, pero es un movimiento que me cuesta mucho separar de lo que soy ahora porque fue lo que me ayudó a desarrollar mi personalidad.”, relata Marc Iznardo, emo de 27 años. Por otro lado, la youtuber y especialista en tribus urbanas y cultura de internet, Esty Quesada (conocida en redes como Soy una pringada), afirma que ella fue, es y será emo siempre: “Ser emo ahora que tengo 30 años es un poco patético, pero es que para mí lo ha sido todo. Lo encontré con 12 o 13 años y lo que vi ahí fue una opción de oscuridad, un planteamiento de ciertos sentimientos que yo tenía dentro y que, al crecer en un pueblo pequeño, veía que no encajaban con los demás”.Gracias a esa estética oscura y a bandas como A Vain Attempt, Esty relata que encontró compañía, entendimiento y apoyo. La también podcaster y conductora del programa Special People Club (Podimo) considera que el emo no ha muerto: “El emo existe, pero hay que buscarlo. Además, ahora mismo creo que estamos viviendo un revival”. Para ella, en el emo siempre ha habido mucho clasismo intelectual en el sentido de que lo más emo era lo que decía no serlo. “Ahora vivimos una época más superficial y, como no le importas a nadie, no tienes que decir que tienes depresión para justificar tu flequillo”, asegura.Lo que es evidente es que la estética tan identitaria de los emo ha cambiado respecto a cómo era hace 15 años. “Es que el emo de centro comercial (mall emo) llegó un momento en el que empezó a mezclarse con el scene [una evolución que, musicalmente, recuperó el post-hardcore y añadió color a la estética original, creando una fusión entre lo oscuro y lo llamativo]”, asegura Quesada. “Hoy en día, gracias a TikTok, personajes como 6arelyhuman o Britney Manson están recuperando ese scene. A mí me salen muchos vídeos de gente de 15 años en Estados Unidos que salen con sus amigos y van todos vestidos de emo, igual que pasaba en 2008”, comenta. Sobre si veremos o no ese resurgimiento de la estética emo en España, la youtuber tiene sus apuestas: “Está resurgiendo en Estados Unidos, pero en España, como tarda todo 100 años en llegar porque no sabemos adquirir la tendencia en sus inicios, cuando vuelva el emo estaremos todas muertas”.

Shares: