En marzo de 2020, millones de personas de todos los niveles académicos se vieron forzadas a recurrir a la tecnología para poder continuar con su educación. La pandemia fue un catalizador que obligó a estudiantes y docentes a utilizar entornos digitales de aprendizaje. Aunque el verdadero cambio estructural para la educación en línea vino después, cuando se consolidó un modelo híbrido en el que el ámbito online no era un sustituto del presencial, sino una alternativa cada vez más utilizada.“En los últimos años, la educación online ha pasado de ser una modalidad secundaria para ocupar un lugar central en los sistemas educativos de todo el mundo, y en particular en España”, apunta Rubén González Crespo, vicerrector de Organización y Planificación Académica de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Según los datos del último informe de Datos y cifras del Sistema Universitario Español, más de 322.000 de los 1,7 millones de estudiantes matriculados en universidades españolas lo hicieron en centros no presenciales. Un dato que supera levemente el número de universitarios inscritos en enseñanzas presenciales en Madrid. “Cabe destacar que la edad media del estudiante en línea es decreciente y se observa cómo en las aulas hay cada vez más estudiantes jóvenes que eligen esta modalidad como primera opción”, resalta González Crespo. Más información“Con el e-learning estamos asistiendo a entornos educativos que pueden atender a un número mayor de estudiantes y, a su vez, paradójicamente, de forma más personalizada”, señala Sara Osuna, catedrática de Comunicación y Educación en la UNED. Esta individualización del aprendizaje, posible gracias a los nuevos desarrollos tecnológicos, es la gran baza de la formación online actual, pues permite adaptar no solo los contenidos, sino también las estrategias didácticas o los ritmos de estudio a las necesidades de cada alumno. Analítica del aprendizaje La recolección de los datos y su análisis va abriéndose camino en la educación online. “Estos nos permiten personalizar cada vez más el aprendizaje, prediciendo cuál va a ser la evolución de cada estudiante en base a escenarios similares ya vividos”, explica González Crespo. Es lo que se llama learning analytics o analíticas del aprendizaje, y se refiere a recopilar datos como el número de accesos a un contenido, el tiempo dedicado a una actividad, la participación, etcétera, que, debidamente analizados, puede ayudar a identificar pautas de aprendizaje, dificultades o factores que influyen en el éxito académico. También puede contemplarse una alerta temprana que permita reconocer a quienes están cerca del abandono o con posibilidades de no alcanzar los objetivos, permitiendo ofrecerles apoyo específico.Más información“Gracias a la minería de datos podemos anticipar necesidades, evaluar la eficacia de las estrategias pedagógicas y acompañar mejor al estudiantado. Es decir, nos permite pasar de modelos educativos meramente descriptivos a sistemas predictivos y prescriptivos”, recalca Osuna. Estos análisis no se quedan a nivel micro, centrados en cada estudiante; también permiten localizar patrones colectivos y redefinir las estrategias pedagógicas e incluso, a nivel de institución educativa, esta puede optimizar la asignación de recursos, prever necesidades formativas emergentes y diseñar políticas educativas basadas en la evidencia que aportan los datos. IA, compañera de trabajoEste mayor conocimiento de los alumnos está permitiendo que los profesores modifiquen y personalicen sus estrategias. “A nivel pedagógico también ha habido una evolución hacia modelos más flexibles, centrados y adaptados al ritmo del alumnado, reconociendo la diversidad de sus necesidades”, puntualiza Marta López Costa, profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Para esto, la inteligencia artificial (IA) generativa es un aliado de los docentes que les facilita la elaboración de contenidos dinámicos, como cuestionarios de evaluación personalizados, resúmenes o simulaciones interactivas, siempre debidamente supervisados. “Hay alumnos que les gusta más lo textual, otros lo visual, entonces les vamos dando recursos de diferente manera, con el mismo contenido, pero con diferente enfoque”, asegura Javier Álvarez-Otero, doctor en Educación de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) y director del máster de inteligencia artificial aplicada a la educación.Más información“Todos sabemos que [la IA] ha venido para quedarse, y lo que hay que saber es aprender a convivir con ella y no vivir de ella”, puntualiza Verónica Marín, catedrática de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba. Una aclaración que aplica tanto a alumnos como a docentes, ya que todos los expertos consultados abogan por integrar estas tecnologías con transparencia. “Nunca la IA podrá sustituir a la inteligencia humana dentro de las aulas, aunque estoy de acuerdo en que va a ser una compañera de trabajo muy útil”, sentencia Osuna. Alfabetización en la era digitalMarta López Costa, de la UOC, lidera un proyecto que estudia el grado de implantación de inteligencia artificial (IA) y la analítica de aprendizaje en los centros de secundaria catalanes ante “los desafíos educativos y sociales sin precedentes” que plantea la irrupción de estas tecnologías. Aunque se encuentran en fase de análisis de resultados, López Costa explica que la mayoría no utilizan de ninguna manera los datos generados, y la implementación de la IA es aún tímida y muy desigual. Algo que contrasta con la mayoría de universidades, especialmente las online, donde estas prácticas sí están llegando. Y precisamente por esa irrupción en lo cotidiano de estas tecnologías, Osuna reclama la necesidad de una “alfabetización en tiempos de IA” que facilite “la formación del pensamiento crítico del alumnado, y capacitarle para analizar y evaluar la información que consume en el entorno digital”.

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