El brigadier general William Rincón asumió el viernes la Dirección General de la Policía Nacional, convirtiéndose en el cuarto oficial en ocupar ese cargo durante el actual gobierno del presidente Gustavo Petro. Su llegada se suma a una secuencia de nombramientos marcada por la reincorporación de oficiales retirados, una práctica que también se ha replicado en el Ejército con el reintegro del general Luis Emilio Cardozo, actual comandante de la institución castrense.En los tres años y medio de la administración Petro, tres de los cuatro directores designados –William Salamanca, Carlos Fernando Triana y, ahora, Rincón– fueron llamados del retiro, un patrón que rompe con la tradición de continuidad dentro del alto mando policial.Policía Nacional. Foto:iStockFuentes consultadas en la institución señalan que los llamados al retiro y posterior retorno de oficiales alteran la jerarquía interna y generan desplazamientos forzados dentro de la línea de mando. Cada reincorporación, explican, desencadena una serie de retiros anticipados, afecta las expectativas de ascenso y desmotiva a los cuadros medios que ven el mando como un escenario incierto. Esa dinámica, sumada a la alta rotación de directores, ha debilitado la cohesión institucional y ha reducido la permanencia de mandos experimentados en posiciones clave.Regresarán unos oficiales que se están preparando para generales con el fin de fortalecer la cúpula que tanto lo necesita. Hay nombres de oficiales superiores, mayores, tenientes y coroneles, y también mandos ejecutivosGeneral william rincón.Director de la Policía Nacional.De hecho, uno de los anuncios más relevantes del general Rincón en su posesión fue la reincorporación de varios retirados. “Regresarán unos oficiales que se están preparando para generales con el fin de fortalecer la cúpula que tanto lo necesita. Hay nombres de oficiales superiores, mayores, tenientes y coroneles, y también mandos ejecutivos”, precisó Rincón y explicó que se busca recuperar talento institucional a través de quienes salieron por voluntad propia o perdieron la confianza en el sistema, con el propósito de revitalizar la experiencia acumulada.El modo en que el Ejecutivo ha gestionado las relaciones con el alto mando ha sido motivo de análisis para los expertos consultados por EL TIEMPO. Decisiones comunicadas sin previo aviso y relevos anunciados mientras los oficiales cumplían misiones internacionales han sido interpretados como señales “de falta de coordinación entre la Casa de Nariño y el mando policial”. El caso más reciente fue el del general Carlos Fernando Triana, quien fue informado de su reemplazo mientras adelantaba reuniones de cooperación en Washington.Carlos Fernando Triana. Foto:Policía de BogotáPara el experto en seguridad Hugo Acero, la designación de tres directores provenientes del retiro refleja un desconocimiento de la estructura interna y de la lógica jerárquica de la Policía Nacional. En su opinión, esta tendencia interfiere con la autonomía profesional de la institución y afecta la relación con las autoridades locales. Acero sostiene que la seguridad pública requiere continuidad de mando y coordinación territorial, factores que se ven comprometidos con los cambios reiterados.Por su lado, el analista Janiel Melamed considera que la elección de oficiales retirados evidencia una ruptura en la confianza institucional. Afirma que el relevo constante limita la capacidad de los directores para ejecutar sus planes, especialmente en un contexto político de transición y restricciones presupuestales.Según Melamed, los cortos periodos de gestión impiden la ejecución plena de los objetivos misionales, lo que genera un vacío de liderazgo operativo y estratégico dentro de la institución.Al análisis se suma la perspectiva de Adriana Márquez, docente de la Universidad Nacional y especialista en derecho policivo, quien advierte que los relevos en la cúpula policial podrían generar retrocesos en la implementación de políticas de seguridad y convivencia. La experta asegura que la constante modificación del mando compromete la eficacia del servicio policial y la continuidad de las estrategias frente al aumento de los episodios de alteración del orden público. Márquez subraya la necesidad de ejecutar acciones inmediatas para prevenir comportamientos contrarios a la convivencia y fortalecer la capacidad de contención del delito.Policía Nacional. Foto:iStockOtros frentesDesde otro enfoque, el consultor y analista en seguridad Duván Castañeda plantea que la crisis de liderazgo en la Policía no se reduce a los relevos de mando, sino que tiene raíces más estructurales. A su juicio, la ausencia de una dirección estratégica clara dentro del Gobierno ha convertido la política de seguridad ciudadana en una respuesta reactiva a los hechos coyunturales.Castañeda señala que cada cambio de director ocurre como una reacción política frente a eventos de orden público, sin que exista una planificación técnica o un modelo operativo coherente, y agrega que la falta de articulación entre el Ministerio de Defensa, la Policía, la Fiscalía y los gobiernos locales ha creado vacíos en el control territorial. A ello se suma la tensión entre la visión civil del Ejecutivo, centrada en la “seguridad humana”, y la cultura institucional de las fuerzas, aún orientada a la lógica del orden público. Esa desconexión –sostiene– genera choques internos y resistencia a la implementación de nuevas directrices.Castañeda identifica también efectos estructurales: pérdida de autoridad del mando, desmoralización en las unidades operativas, desconfianza ciudadana y debilitamiento del control territorial. Estas consecuencias, afirma, “reflejan que la crisis actual no es coyuntural, sino multifactorial, alimentada por factores políticos, culturales y organizativos”. En su visión, la seguridad ciudadana carece hoy de un liderazgo unificado que garantice coherencia entre la orientación civil del Gobierno y la ejecución policial.A esto se le suma, según expertos en seguridad, la pérdida de los canales de cooperación con países como Israel, que ha debilitado la capacidad operativa de la Policía en materia de lucha contra el narcotráfico, la ciberseguridad y la prevención del crimen transnacional. En paralelo, los recortes en inversión han limitado la modernización de equipos y el mantenimiento logístico, lo que afecta la respuesta en los territorios.Los expertos coinciden en que el general Rincón, quien, en la práctica, permanecerá en el cargo hasta agosto del próximo año, asumirá la responsabilidad de mantener la cohesión interna y garantizar la operatividad en un periodo corto y con recursos limitados, además de cumplir con el encargo que el presidente Petro le asignó en su posesión: reducir los homicidios en Colombia.Jesús BlanquicetSubeditor Justicia

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