Rafael Tiene 77 años, y los luce como si fuera un chaval; como se dice en el argot taurino, está para debutar. Nació en el barrio sevillano de la Puerta Osario, trabajó siendo un niño en una tapicería, y su maestro, un buen aficionado, le inoculó el veneno del toro. Allegado a la familia de Pepe Luis y Manolo Vázquez, vistió el traje de luces en contra de la opinión paterna y salió a hombros por la Puerta del Príncipe el día que debutó con caballos. Tuvo una alternativa y una confirmación de auténtico lujo, fue matador de toros durante 12 años (33 paseíllos como tal en La Maestranza), 20 como banderillero con las primeras figuras, y es el profesional que más tardes ha actuado —140— en la plaza de Sevilla a lo largo de su carrera. Dijo adiós a los ruedos en 2002, y desde entonces, goza del respeto y la alta consideración de “torero de Sevilla”, aunque no alcanzara la gloria vestido de oro. Tanto es así que el Ayuntamiento de la capital rotuló el pasado 28 de abril una glorieta cercana a su casa natal con su nombre: Rafael Torres. Y la Junta de Andalucía lo acaba de nombrar asesor artístico de uno de los equipos presidenciales de La Maestranza en sustitución del fallecido Alfonso Ordóñez.No le duelen prendas a la hora de reconocer quién fue en el toreo; la imagen que desprende es la de una persona honesta y entrañable, con semblante y modales de buena gente, y con una planta de torero que se vislumbra en la lejanía.“Dediqué todo el tiempo a alcanzar la condición de figura y no lo conseguí. Esa es la verdad”“He sido matador de toros y dediqué todo el tiempo a alcanzar la condición de figura y no lo conseguí. Esa es la verdad. Me siento torero, pero para tocar la gloria hay que contar con cualidades que, quizá, a mí me faltaban”, reconoce sin atisbo de amargura.“La espada fue mi cruz; todavía tengo varios toros en mi cabeza que no los maté y que hubieran salvado mi carrera”, prosigue. “Fallé en momentos cruciales y no pude levantar el vuelo”.A pesar de ello, Rafael Torres, es considerado como integrante de la “escuela sevillana”, de la que Pepe Luis y Curro son referentes principales.“Eso es cosa de la gente…”, comenta el torero. “Intenté torear a mi forma, como yo lo sentía, y no era tremendista. Estaría mejor o peor, pero nunca salí corriendo ni me tiré a un callejón de cabeza”.Pregunta. Algo haría usted cuando el Ayuntamiento ha rotulado una plaza con su nombre…Respuesta. Eso será porque hay personas que lo han creído conveniente, pero no sé quién ha hecho esa propuesta. Era lo que menos podía imaginar. Las calles se las ponen a figuras del toreo, y yo solo he sido un torero modesto. Quizá, he toreado bonito, sí, pero ya está….Apoderado por Manolo Vázquez, debutó con caballos el 6 de octubre de 1968 en La Maestranza, encandiló a los tendidos y salió por la Puerta del Príncipe.Ese triunfo auguraba una carrera fulgurante y exitosa. Así, el 29 de marzo de 1970, Domingo de Resurrección, recibió la alternativa en Sevilla con Curro Romero como padrino y Riverita de testigo; y dos meses más tarde, el 23 de mayo, la confirmó en Las Ventas de manos de Diego Puerta y en presencia de Manuel Benítez El Cordobés.Rafael Torres, en una imagen reciente.Alejandro Ruesga Sanchez“Dos carteles de lujo, sí. Recuerdo que la tarde de la alternativa me vestí en el hotel Alfonso XIII. ¡Qué categoría…!”“Los primeros años como matador fueron muy bonitos, acartelado con todas las figuras, y en la Feria de Abril de 1975 me concedieron el premio a la mejor faena”, prosigue Torres; “pero todo se desinfló cuando comencé a fallar en la suerte suprema, y perdí triunfos que hubieran sido muy importantes. No culpo a nadie más que a mí”.Poco a poco, se esfumó el sueño de figura del toreo, y en 1982 se hizo subalterno; el propio torero reconoce que no fue una decisión fácil.“Yo no quería ser banderillero”, afirma. “No me gustaba recoger ramos flores de la arena para dárselos al matador; yo soñaba con ser figura del toreo, y bajé de escalafón por necesidad. Y, sobre todo, nunca había puesto banderillas, y me temblaban las piernas solo con pensarlo”.Su primera cuadrilla fue la de Manolo Vázquez; después toreó a las órdenes de Luis Francisco Esplá, Paquirri, Curro Romero, —con quien estuvo nueve años—, Víctor Mendes, José Antonio Campuzano, José María Manzanares y Fernando Cepeda, entre otros.Rafael Torres toreaba con Paquirri la tarde de Pozoblanco, y a la tragedia del matador se unió el drama del paro para el subalterno.“Cuando sucede una desgracia así, hay toreros no te quieren en sus filas por temor a que seas gafe”, cuenta Torres. “Yo escuché decir al propio Rivera Ordóñez que él nunca contrataría a un miembro de la cuadrilla de su padre”, añade.“Pero yo necesitaba torear, y estaba dispuesto a trabajar de lo que fuera porque acababa de comprarme un chalet y me quedaban por pagar cinco letras de 1.200.000 pesetas cada una; y siempre me ha dado vergüenza llamar a alguien para pedir algo”.Pero la fortuna quiso que el entonces mozo de espadas de Curro Romero, Antonio Torres, coincidiera con él en una comida y le propusiera torear con El Faraón.“¿Qué si quiero colocarme con Curro?, le contesté; pero si no tengo nada, y, además, ir con el maestro era garantía de buenos carteles, las mejores corridas y poder parar los toros, que es lo que a mí me gustaba”.Rafael Torres pudo pagar el chalet, consiguió la estabilidad económica que el escalafón superior no le aseguraba, y su prestigio como torero artista no se resintió.El 12 de octubre de 2002, en La Maestranza, en la cuadrilla de Dávila Miura, y a los sones de la banda de música, colocó su último par de banderillas como torero en activo.El Ayuntamiento de Sevilla ha rotulado una plazuela con su nombre. “Las calles se las ponen a las figuras y yo solo he sido un torero modesto”“Pero lo quería de chico es ser futbolista, y fue el maestro tapicero el que me aficionó a los toros”, rememora Rafael Torres. “La película ‘Aprendiendo a morir’ la habré visto dos millones de veces, y siempre me hace llorar. Hice lo mismo que El Cordobés, menos robar gallinas. Me fui a Madrid a buscar fortuna, y allí estuve cuatro meses; dormía en la calle, entrenaba en la Casa de Campo y descargaba camiones de frutas en Legazpi para poder comer; lo único que conseguí fue fracturarme un brazo jugando al fútbol antes de que volver a Sevilla”.Y en su ciudad, con la ayuda de Pepe Luis y Manolo Vázquez, comenzó su historia torera.P. ¿Y, ahora, a qué se dedica?R. Ando, entreno, me invitan a tentaderos y me dedico a ver, y solo si la becerra es chica y buena me atrevo a dar cuatro muletazos. No soy un profesional taurino, porque no me gusta pedir nada. He ayudado a algunos chavales, pero no he tenido fuerzas para apoderar a nadie.P. ¿Y aún añora no haber sido figura?R. Reconozco que he pasado días de mucha pena por ese motivo, pero he sido y soy una persona feliz. He tenido suerte, me han respetado mis compañeros, tengo buenos amigos y una familia maravillosa.

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