Desde hace unas semanas, cuando las manecillas del reloj marcan las 21.00, comienza una coreografía inusual en la sede de una de las mayores tecnológicas de Shenzhen (Cantón, sur de China). Los técnicos de recursos humanos de DJI, el principal fabricante chino de drones, recorren los pasillos de la compañía con urgencia, instando a los empleados a abandonar sus escritorios. Apenas se permiten excepciones y a los rezagados se les apremia: la regla es clara, hay que fichar la salida para esa hora. La prensa local resalta estos días que algunas firmas chinas están poniendo coto a las horas extra, y destacan también a los gigantes de los electrodomésticos Midea y Haier por incentivar “jornadas más cortas” y “el descanso obligatorio en fines de semana”.Que apagar el ordenador a las nueve de la noche se celebre, ilustra hasta qué punto se ha normalizado una dinámica de trabajo extenuante en el gigante asiático. Estar más de 12 horas en la oficina es una práctica común, que incluso se considera un sello de identidad de las empresas de innovación: es una demostración de compromiso. Por eso, que algunas hayan dado el paso de restringir las horas extra ha desatado un aluvión de reacciones en las redes sociales del país, con muchos preguntándose: “¿Estamos ante el principio del fin de las jornadas maratonianas en China?”Oficialmente, el Consejo de Estado (el Ejecutivo) establece la jornada laboral en ocho horas diarias y 40 horas semanales, pero deja espacio para la ambigüedad. Especifica que, “según las características de cada oficio, se pueden ajustar y plantear otros horarios de trabajo y descanso”. De ahí que el modelo “996″ — de nueve de la mañana a nueve de la noche, seis días a la semana — se haya convertido en un estándar no escrito que ha definido durante lustros la cultura del trabajo de las grandes corporaciones chinas.La obsesión por la productividad extrema, sin embargo, está pasando factura a su fuerza laboral. Los jóvenes, cada vez más desencantados con la lucha constante por destacar, prefieren resistirse a la competencia feroz, que tampoco garantiza mejor calidad de vida. A esta “filosofía” la llaman tangping (“tumbarse”). El agotamiento generalizado y no tener tiempo para el disfrute personal también se refleja, entre otros, en la caída del consumo y de la natalidad, un combo que preocupa especialmente a Pekín. Con este telón de fondo, el Gobierno está tratando que cale el mensaje de buscar un balance entre desarrollo económico y bienestar social.Yanyuan, un programador y gestor de proyectos de DJI que pide ser citado con un apodo, confirma a EL PAÍS que, desde finales de febrero, los jefes de equipo salen a las 21.00 “para dar ejemplo”, y que, desde el martes, la política se ha extendido a todo el personal. “Si tienes un proyecto urgente, debes solicitar permiso para hacer horas extra”, detalla este ingeniero de 31 años.“Los empleados están más contentos porque esperan encontrar equilibrio entre la vida personal y laboral”, afirma. Hasta ahora, lo común era permanecer en el despacho de lunes a viernes de 10.30 a 23.00. No obstante, Yanyuan cree que la medida “aumentará la presión”. “Será más difícil alcanzar los objetivos”, enfatiza, y augura que la flexibilización del horario no tardará en quedar en papel mojado. Menciona que, en DJI, ya se fomentaba “no trabajar horas extra los miércoles”. “Al principio, muchos fichaban antes de las 19.30, pero ya todos ignoran la medida”, señala. En su opinión, se debe a que “el gen neijuan es inherente” a sus compañeros.El término neijuan (literalmente, “dentro de un rollo”) es una de esas palabras que se ponen de moda para reflejar una realidad social. Aunque su significado original es “involución”, el neologismo describe un sistema donde, ante las oportunidades limitadas, las personas se ven obligadas a esforzarse cada vez más para no quedarse atrás. Esto crea un círculo vicioso que alimenta la competitividad, pero no genera verdaderos progresos. En español, podría compararse con la idea de una “carrera de ratas”.Incluso los líderes comunistas utilizan la expresión, porque retrata lo que asocian con un freno estructural para la economía: “Conviene combatir la competencia autodestructiva derivada del neijuan y corregir las prácticas de los gobiernos locales y las compañías que fomentan esa dinámica”, aseveraron durante la Conferencia Central de Trabajo Económico, celebrada el pasado diciembre. Consideran que esa competición desmedida ha derivado, además, en guerras de precios que afectan a la rentabilidad de las empresas y desincentivan la innovación. La semana pasada, el primer ministro, Li Qiang, incluyó el concepto por primera vez en el informe sobre la Labor del Gobierno. “Es necesario rectificar de manera integral la excesiva competencia interna [neijuan]”, reza el texto.“Creo que en las grandes ciudades el fenómeno neijuan es muy grave”, escribe en Xiaohongshu (el Instagram chino) una usuaria de la provincia de Jiangsu. “Si yo trabajase hasta las 21.00, mi padre vendría a buscarme a preguntar qué pasa”, prosigue. “¿Se supone que tenemos que agradecerles trabajar solamente once horas diarias?”, responde otro internauta.“Trabajar horas extra se da por sentado China, pero no sé por qué”, se lamenta por teléfono Ami (pseudónimo), del área de negocios de Midea. Varios reportajes aseguran que la firma cantonesa está pidiendo a sus trabajadores abandonar la oficina a las 18.20. Ami, sin embargo, dice que, al menos en su departamento, “la iniciativa duró solamente dos semanas”. Reconoce que otras medidas para reducir la carga laboral sí se están aplicando estrictamente, como eliminar los formalismos y las reuniones a última hora.Tiene 30 años y piensa que su generación se siente “decepcionada”. “Aunque trabajemos bien y mucho, podemos perder el trabajo por cuestiones ajenas a nosotros”, asegura. “Somos responsables”, recalca, “pero a diferencia de los empleados más mayores, estamos en contra del presencialismo”. “No queremos unirnos al juego de fingir trabajar horas extra y ser aplicados; si queremos irnos, nos vamos”, apostilla. Ami valora las medidas anunciadas (“son positivas”, insiste), pero también duda de su aplicación a largo plazo.

Empresas chinas buscan poner coto a las horas extra: “Todo el mundo fuera a las nueve de la noche” | Economía
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