Estoy terminando Medicina, mi último curso en un aula después del colegio, instituto y la universidad (¿por fin?), y ante mí hay muchas certidumbres, pero también muchas dudas. ¿Estoy realmente preparada para ayudar a las personas? He ido al hospital un total de 15 días en cinco años de carrera, a lo sumo habré visto unos 50 pacientes, y la mayoría de las veces estaban anestesiados, o no les he podido preguntar ni como se llamaban, o incluso, a veces ni siquiera a mí el médico me ha preguntado mi nombre. Pero ahora se supone que en apenas nueve meses, debo en teoría ser capaz de explorar, diagnosticar y, también, de dar malas noticias cuando se dé una situación de las que no quieres encontrarte ni fuera ni dentro de la carrera. No he visto ni un cadáver, solo fotos. No sé si estoy preparada para traspasar la pantalla. No quiero convertirme en alguien que solo mira al ordenador y no al paciente.Lucía Sánchez Agrela. Granada¿Y si fueran los tuyos? Hace unos días, mi prima me contó que su hija de cuatro años no podía dormir después de ver en la televisión imágenes de niños en Gaza. No paraba de preguntar si nos iba a pasar lo mismo a nosotros. Lloró tanto, tanto, que hasta vomitó. Yo no tengo hijos, pero no puedo dejar de preguntarme qué pasaría si esos niños de la televisión fueran los míos. ¿Y si fueran los tuyos?María Marco López. ZaragozaLa utopía de la vivienda dignaCada día podemos leer una noticia nueva respecto a una ley o decreto referente al precio del alquiler, que no para de subir. Zonas tensionadas, bonos para alquiler, viviendas sociales y muchas otras medidas para intentar mantener un derecho que parece que ya hemos perdido. Una de las últimas actualizaciones al respecto es la orden por parte del Gobierno para que Airbnb retire de su catálogo más de 65.000 anuncios de pisos turísticos ilegales. ¡Qué barbaridad! En pleno 2025, las empresas continúan jugando con sus propias leyes, mientras la clase trabajadora se ve obligada a abandonar sus casas y a vivir donde pueda. ¿Dónde irá a parar esto? ¿Cuántas veces más tendremos que salir a la calle a pedir que se cumplan nuestros derechos? ¡Ay, vivienda, en qué utopía te has convertido!María Eduarda De Araújo. BarcelonaReig PláQue un obispo emérito utilice el púlpito para insultar a las personas con discapacidad me parece un acto despreciable y amoral. Ni la naturaleza está en desorden —amenazada por la mano del hombre sí que lo está, pero es diferente—, ni las personas con discapacidad tienen que buscar el porqué de su situación, simplemente porque ni importa, ni en la mayoría de casos existe. Ya basta de atacar a los inocentes y a los que no se pueden defender, basta de manipulación. Me provoca náusea que se quiera estigmatizar, hacer cargar con el complejo de culpa, a personas para las que la vida diaria ya es un reto. No necesitan insultos, ni juicios morales. En cambio, sí necesitan ternura, comprensión, y respeto a su dignidad. Y quien no lo entienda, que se aparte. Y que se calle, sobre todo que se calle.Ascen Carrasco. Ginebra (Suiza)Los textos tienen que enviarse exclusivamente a EL PAÍS y no deben tener más de 200 palabras (1.250 caracteres sin espacios). Deben constar nombre y apellidos, ciudad, teléfono y DNI o pasaporte de sus autores. EL PAÍS se reserva el derecho de publicarlos, resumirlos o extractarlos. No se dará información sobre estas colaboraciones. CartasDirectora@elpais.es

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