No se es figura máxima del toreo por casualidad, tampoco solo por suerte; se es figura por actitud, por compromiso, por conocimiento, por capacidad, por ser, en definitiva, un torero de los pies a la cabeza. Al margen están los gustos personales, que para eso se hicieron los colores, pero lo incontestable, lo innegable, es que uno es figura porque lo merece y lo demuestra en la plaza ante el toro. Eso fue, en resumen, lo que hizo Roca Rey en Valencia en la primera de las dos tardes contratadas.El termómetro de la pasión subió tanto de tono en el tercero de la tarde que estuvo a punto de reventarlo. Ese tercero, un toro con más pitones que trapío, tocadito del izquierdo, allanó el camino. Desplegó el de Victoriano del Rio todo su velamen y Roca manejó el timón, la llamada muleta, de forma inapelable. De rodillas, en la boca de riego, tres cambiados por la espalda y el remate, ya de pie, con uno pecho, y la locura desatada. Con la mecha encendida, total dominio de la situación. El toreo fundamental lo salpicó con improvisaciones sobre la marcha, como uno de pecho a pies juntos o un tres en uno, enroscándose el toro a la cintura y cambiando de mano la muleta. Al toro le daba igual la colocación en el cite o la del propio torero; de largo, en la media y corta distancia, gran fijeza, nobleza y calidad. Surcos hacía con el hocico en la arena. Si alguien echaba de menos más toreo fundamental, dos series con la izquierda, de naturales largos y mandones, despejaron dudas. La locura en el tendido. A algunos se le fue la mano ante tanta apoteosis y pidió el indulto del toro. Roca, que lo había exprimido al máximo, intentó provocarlo. La sensatez del palco se hizo respetar y Roca enterró la espada ante el clamor. Al toro le dieron la vuelta al ruedo con todo merecimiento. Toro excepcional. Pero para los que pidieron el perdón para Frenoso, que así se llamaba el toro, recordarles un detalle: por varas pasó desapercibido. Ni se entregó, ni empujó.En el quinto se esperaba algo similar, pero cualquier parecido con el tercero no fue ni pura coincidencia. En este caso, la casta, de entrega y bravura brillaron por su ausencia. Fue un toro manso que, incluso, le puso complicadas las cosas a Roca. La faena no se asentó nunca en un determinado punto del ruedo. Roca buscó soluciones en el tercio, sin encontrarlas, y solo de rayas hacia dentro el toro se dejó muy tibio. Dos desarmes en plena lucha y una colada no disminuyeron la actitud del torero peruano. El final, ya con el toro a regañadientes, fue de compromiso. No había para más.Alejandro Chicharro tomó la alternativa con el toro Alabardero, número 140. Toro de puntas finas y armónico. Sin dudarlo, la faena la inició en el centro del ruedo, de rodillas y con uno cambiado por la espalda. Fulgurante comienzo. Noble toro con el que el nuevo matador se acopló, aunque se echara en falta un poco más de intensidad. Dos series al natural fueron de nota y una más citando de frente, notables. Pero no llegaron al tendido. Los pases de pecho tuvieron distinción y las bernadinas finales pusieron colofón a una labor de buen gusto, pero algo de chispa faltó. Difícil encontrar un toro así en momento tan importante.El sexto fue otro toro de línea ascendente. Más ajustado Chicharro en este, con el público también muy a favor. Buena expresión, mano baja, y la suerte más descargada en el toreo en redondo sobre la derecha. Las trincherillas finales y uno del desprecio pusieron en bandeja el premio. Pero la espada dijo no. Cuando arrastraron a este último toro hacía dos horas y cuarenta minutos del paseíllo.Talavante llegó, se puso delante de sus toros, los mató y adiós muy buenas. Sin el compromiso que de verdad se le supone a una figura pasó palabra en sus dos toros. Anodino y reiterativo.Del Río, Cortés / Talavante, Roca Rey, ChicharroCinco toros de Victoriano del Río y uno (4º) de Toros de Cortés, justos de presencia, excelentes primero y sexto; extraordinario en la muleta el tercero, al que se le dio la vuelta. Todos pasaron por el primer tercio como simple trámite.
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada perdiendo muleta (silencio); pinchazo y descabello (silencio).
Roca Rey: estocada (dos orejas); estocada desprendida _ aviso _ y descabello (saludos). Salió a hombros por la puerta grande.
Alejandro Chicharro, que tomó la alternativa: pinchazo _ aviso _ y descabello (oreja); dos pinchazos _ aviso _ y descabello (vuelta al ruedo).
Plaza de Valencia, 15 de marzo. Cuarta de la Feria de Fallas. Lleno de “no hay billetes”.

Feria de Fallas: Roca Rey, figura de los pies a la cabeza | Cultura
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