Los tabúes alrededor de la menopausia se están debilitando: cada vez se habla más de ella en voz alta, se rompen los estigmas a su alrededor e incluso se reivindica como una etapa vital de plenitud y liberación. “No estamos enfermas, sino heridas por la estigmatización social de esta transición”, protesta la psicóloga feminista Anna Freixas en su libro Nuestra Menopausia, una versión no oficial (Capitán Swing). En esa carrera por desmontar los mitos que todavía persisten en torno al fin de la menstruación, la ciencia está profundizando también en cómo afecta la menopausia a la vivencia de la sexualidad: se pueden experimentar cambios, pero ni todos tienen por qué ser negativos ni los más molestos han de terminar en una disfunción permanente en la esfera sexoafectiva. Durante toda esa fase de tránsito entre la edad fértil y el fin de los ciclos menstruales —el climaterio—, una mujer puede experimentar dolor, sequedad vaginal, falta de deseo sexual. O liberarse, aprender nuevas habilidades eróticas y disfrutar más que nunca de su sexualidad, sin miedo a quedarse embarazada, por ejemplo. Cada experiencia es un mundo. Y en ella influyen variables biológicas asociadas a la caída de los estrógenos, pero también elementos psicosociales que condicionan esta etapa vital. Las expertas consultadas recuerdan que hay vida sexual más allá de la menopausia y numerosas soluciones para los problemas orgánicos o psicológicos que puedan surgir. “Que ninguna tire la toalla, porque hay un abanico enorme de opciones. Nadie nos ha enseñado habilidades eróticas y esta es una etapa nueva para aprenderlas”, conviene la sexóloga Francisca Molero.Más informaciónLos cambios sexuales, genitales y urinarios asociados al descenso de estrógenos que se produce después de la menopausia acostumbran a englobarse bajo el paraguas del síndrome genitourinario. Son la sequedad vaginal, el dolor en las relaciones sexuales, la irritación o las infecciones recurrentes del tracto urinario, entre otros. “Los estrógenos van a contribuir mucho al estado óptimo de la mucosa vaginal, a que esté húmeda y produzca una lubricación correcta. En ausencia de estrógenos, se altera la vagina, la vejiga, la uretra y la vulva”, cuenta la ginecóloga Silvia P. González, portavoz de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM). Estas situaciones afectan a entre el 27% y el 84% de las mujeres y pueden limitar la actividad sexual de quien los padece. Una investigación reciente, sin embargo, ha sugerido que mantener una vida sexual activa (esto es, relaciones en los últimos tres meses) puede limitar el dolor, la irritación y la sequedad vulvar.Puede parecer paradójico, pero tiene sentido, dice González: “Está demostrado que las relaciones sexuales frecuentes mejoran el funcionamiento de la zona, disminuyen la atrofia. Pero hay que destacar que no son solo relaciones sexuales con penetración, es cualquier tipo de actividad sexual. Eso hace que los vasos sanguíneos de la zona se dilaten, lo que provoca que llegue más oxígeno y nutrientes a la zona genital y mejore el funcionamiento en general”.Las expertas consultadas admiten que existe el riesgo de que, a causa de esos síntomas genitourinarios, se entre en una especie de “círculo vicioso” del que es complicado salir. Por ejemplo, como la respuesta sexual femenina empieza con la lubricación, si esta ahora tarda más en producirse por la sequedad vaginal, puede provocar relaciones sexuales molestas. Y luego, la próxima vez que se intente, una ya estará más pendiente por si vuelve a ocurrir lo mismo y esos pensamientos intrusivos acabarán interfiriendo de nuevo en la respuesta sexual.Hay, además, otros síntomas vasomotores vinculados a la menopausia, como los sofocos y el insomnio, que pueden influir en la respuesta sexual. “Hay que entender que los receptores de estrógenos están en todo el organismo de la mujer, también en el cerebro. Y hay mujeres que se encuentran con más fatiga mental, duermen peor, están menos lúcidas y en esas circunstancias, la vida sexual se resiente”, apunta González, que tiene un máster en Climaterio y Menopausia y es directora médica de Menoclínica. También hay problemas de salud primarios que pueden alterar la función sexual, como la diabetes, la hipertensión o el consumo de antidepresivos. Con todo, los cambios que experimenta una mujer en la esfera sexual durante el climaterio no siempre se explican por el descenso de estrógenos, destaca Molero, que es directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y sexóloga clínica en la Clínica Máxima de Barcelona: “La sexualidad está muy influida por el contexto personal, como la parte biológica y la salud de la persona, pero también por el entorno, desde la parte laboral a la de los cuidados. Y por la historia sexual previa. Todas estas cosas influyen muchísimo en la vivencia de la sexualidad”, reflexiona.La sexóloga admite que el baile hormonal es “un factor importante, pero no determinante”. “Esa etapa también es una crisis evolutiva donde la mujer está más introspectiva, más rebelde. También es una época de plenitud”, abunda. Cómo se afronta esa etapa es clave en la vivencia final: “Ante un problema, puede haber causas orgánicas, pero también psicológicas. Y estas tienen que ver con los mensajes que han estado mucho tiempo desvalorizando esa etapa vital, como que el cuerpo cambia, ya no eres un icono aceptable de erotismo o que estás entrando en la vejez”.Qué pasa con el apetito sexual Una de las preocupaciones más frecuentes expresada en las consultas es la falta de deseo sexual, expone Laura Cámara, matrona, sexóloga y autora de Sexopausia (Vergara): “Sigue prevaleciendo la idea de que el deseo disminuye. Es una creencia arraigada, pero no es una evidencia universal. No tiene por qué pasar”. La experta señala que el descenso de estrógenos y testosterona puede influir, porque “son hormonas muy relacionadas con el deseo sexual”, pero intervienen muchos otros factores.Para empezar, la propia percepción de lo que significa el apetito sexual. “Pensamos en el deseo como algo pasional e intenso siempre. Pero quizás, cuando cumplimos años, el deseo se expresará de otra manera y no por ello voy a tener una peor sexualidad”, defiende Cámara.Detrás de esa aparente falta de deseo, puede haber causas orgánicas, como el dolor o la sequedad del síndrome genitourinario, que condicionan la experiencia sexual. Pero de nuevo, también puede jugar un papel clave “el momento vital de la persona y el momento de la relación de pareja”, plantea Ana Rosa Jurado, doctora en medicina, sexóloga y también vocal de la AEEM: “La menopausia parece un cajón de sastre donde se mete todo. Pero si ya venías arrastrando problemas de bajo deseo o de no compartir momentos eróticos con tu pareja, eso no es por la menopausia”. E insiste: “No hay niveles hormonales compatibles con más o menos deseo. El deseo sexual está más relacionado con el contexto que con el déficit de hormonas”.Molero coincide: “La falta de deseo puede estar algo relacionada con la disminución hormonal, pero no del todo. El apetito sexual no ha desaparecido, en todo caso se ha escondido. Pero lo puedes volver a encontrar con más fuerza”. La sexóloga reivindica el climaterio como una oportunidad de vivir la sexualidad de otra manera y aprovecha para desmentir algunos mitos: “Uno de ellos es el que dice que la sexualidad se acaba o no es lo mismo: que no sea lo mismo no significa que sea peor. Hay muchas mujeres que han llegado al orgasmo en estas etapas de su vida porque es cuando se han permitido experimentar”.Lubricantes y comunicaciónLo mejor de todo es que a esa maraña de síntomas orgánicos y psicológicos que pueden alterar la función sexual se le puede dar la vuelta. “Acaba habiendo una disfunción cuando se cronifica o cuando se produce una alteración en la calidad de vida o hay una evitación”, señala Molero. Pero antes de llegar ahí, hay tratamientos o estrategias para solventar los problemas.Lo ideal es acudir a profesionales sanitarios para recibir un tratamiento “escalonado e individualizado”, recomienda la sexóloga. Para abordar los síntomas orgánicos, como la sequedad vaginal o el dolor en las relaciones sexuales, hay lubricantes para utilizar durante la relación sexual e hidratantes que ayudan a mejorar la elasticidad de la vulva. También se puede recurrir al tratamiento hormonal local y, si no hay contraindicaciones, otra opción disponible cuando la mujer sufre síndromes vasomotores muy invalidantes es la terapia hormonal.Cultivar la comunicación con la pareja es otra parte clave. “Las rutinas de las relaciones de pareja no suelen beneficiar que haya contacto con la parte erótica. Hay que buscar y agendar encuentros”, dice Jurado. Molero recuerda, además, que en una pareja heterosexual de edades similares, los cambios no son solo en una dirección y también hay que tener eso en cuenta a la hora de buscar soluciones: “El hombre también puede estar pasando una disminución hormonal y puede tener dificultad en la erección y la turgencia no ser la misma”. Y sobre las parejas sexuales, otro apunte de González: “En mujeres con nuevas parejas, la tasa de disfunciones [sexuales] es mucho más baja”. Los científicos recuerdan, además, que la vida sexual no tiene límite. Y aunque con los años pueden aparecer problemas que la dificulten, contaba la ginecóloga Ana Ezquerra en un artículo en EL PAÍS hace un tiempo, “si la persona está bien y tiene ganas, se pueden mantener relaciones sexuales sin tope de edad”.

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