Como probablemente no podía ser de otra manera dada la condición de católico practicante de Salvador Illa y el hecho de que Javier Cercas llegue a este Sant Jordi con un libro sobre el papa Francisco debajo del brazo (El loco de Dios en el fin del mundo), el esperado diálogo entre el presidente de la Generalitat de Cataluña y el novelista ha estado marcado por la muerte del papa Francisco. La conversación entre ambos —momento estelar del ciclo Les veus de Sant Jordi— ha tenido lugar este mediodía en el Palau de la Generalitat a puerta cerrada y moderada por la escritora y periodista Emma Riverola y se ha desarrollado en un clima de entendimiento de ejemplar ecumenismo. Cercas, presentado como ateo, anticlerical y hasta “impío”, no ha dudado en contemporizar amigablemente con Illa al señalar el president, “desde la aconfesionalidad del Govern y el máximo respeto a las creencias de todo el mundo”, que “no se pueden negar las raíces cristianas” de la Diada de Sant Jordi, durante la que se celebrará misa oficial en el Palau. “Hombre, se llama Sant Jordi, y yo seré ateo, anticlerical y todo lo demás, pero no soy tonto”, ha arropado al político el novelista, que no ha dudado en citar a Benedetto Croce: “Non possiamo non dirci cristiani”, no podemos no llamarnos cristianos, para recordar que “venimos de Jerusalén y de Atenas, de Jesucristo y de Sócrates, eso es Europa, todos somos fruto de eso”.Más informaciónIlla y Cercas han coincidido en reivindicar las raíces populares y la “alegría de vivir” de la festividad de Sant Jordi y en que desde las instituciones se ha de “acompañar” la jornada “sin molestarla mucho”, en la consideración de que es una expresión espontánea, sincera y original de la ciudadanía, y una fiesta “única en el mundo”.El diálogo, en el que ha sido más protagonista Cercas, ha tenido, paradójicamente al celebrarse con motivo de una fiesta, algo de velatorio, a lo que han contribuido el deceso de Francisco que flotaba en el aire y la imagen ya de por sí no muy alegre de Illa, que ha lucido traje y corbata oscuros y una expresión especialmente pesarosa. El decorado, de blanco impoluto, ha dado además la sensación de que la conversación se desarrollaba a las puertas del cielo, aunque —y que viva la polisemia— también podía parecer un escenario de las películas de Woody Allen El dormilón o Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo. En todo caso, por seguir con el símil cinematográfico, el diálogo arrancó en clave de otra película: Cónclave. La moderadora les ha preguntado de entrada al político y al escritor su opinión sobre el legado de Francisco y la dirección que tomará la Iglesia. Illa ha destacado la centralidad que han tenido durante el pontificado de Bergoglio “los pobres, los más vulnerables” y la idea de “una Iglesia más horizontal”. El president ha dicho que ha leído el libro de Cercas esta Semana Santa y lo ha encontrado “muy equilibrado”. Cercas ha reflexionado que hay que distinguir entre el personaje Francisco y el papa Francisco y ha cuestionado la idea popular de que ha habido una revolución en la Iglesia: “Es falso; doctrinalmente, cero”, ha zanjado. Ha puntualizado que el concepto de vuelta al cristianismo primitivo es del concilio Vaticano II y que ciertamente Francisco ha sido de los papas que se ha tomado más en serio lo de “sacar el cristianismo de la sacristía y llevarlo a la calle”. Ha recordado que “Cristo era peligroso” y que por eso lo crucificaron y que “se rodeaba de lo peor, malhechores, putas”, y de ahí vine el cristianismo. Francisco, “era más anticlerical que yo”, pero no ha llevado a término nada, “porque era imposible, para eso no basta un papado, hacen falta 44 papas”.Sobre si se pondrá en marcha una contrarrevolución conservadora, Cercas e Illa han recordado que el 79 % de los cardenales que participarán en la elección del nuevo papa fueron nombrados por Francisco. En el fondo, han admitido, “nadie sabe”. Illa ha subrayado en todo caso que el documento antitrumpista más contundente ha sido la carta de Francisco a los obispos estadounidenses.Preguntados por sus experiencias de Sant Jordi, Illa ha dicho que para él siempre ha sido, desde la infancia, uno de los mejores días de Cataluña, una jornada en la que se demuestra amor (la rosa), fraternidad y devoción a la cultura al obsequiar un elemento de mejora personal y también de disfrute como es el libro. Ha destacado el president que se trata de una fiesta inclusiva, con todo el mundo en la calle, y que es alegría. Ha vuelto a entroncar esa alegría con el hacer de Francisco y la ha vinculado a la paz y la convivencia. Para Illa “Sant Jordi es una de las mejores tarjetas de presentación de Cataluña”.Cercas ha querido destacar” algo que de tan elemental se olvida”: que Sant Jordi es único. “No hay en el mundo nada ni remotamente parecido”. No existe, ha continuado, en ningún sitio “que todo el mundo regale libro, lo han intentado en Nueva York, en Tokio, pero no les ha salido”. Y eso es, han coincidido el novelista e Illa, porque se trata de una fiesta realmente popular, “que la gente ha hecho suya, que no se puede organizar desde la Generalitat ni desde la Casa Blanca, ni desde el Vaticano”, ha dicho Cercas. “Y además suele caer en día laborable”. Cercas, que ha agradecido a la Generalitat los diálogos, algo que se tenía que haber hecho ya antes, ha considerado, ha contestado que se acuse a la fiesta de mercantilización: “¡Déjate de puñetas!, editores, libreros, autores, tienen derecho a trabajar”. El novelista ha señalado que hay que cuidar la fiesta aunque la ha considerado “indestructible”. Con Illa, que la ha descrito como “fiesta cívica, única y muy catalana” en la que “promocionamos nuestra cultura, nuestros escritores y nuestra lengua”, han coincidido de nuevo en que hay que limitarse a acompañarla.El president ha explicado que por respeto a la memoria del papa se han decretado tres días de duelo y la suspensión de los actos más festivos, manteniendo los culturales. Al preguntársele si eso no contradice la aconfesionalidad, ha recalcado que el Govern lo es, pero que no hay que negar las raíces cristianas de la fiesta, “desde el máximo respeto a todo el mundo”. Ha apuntado que dos veces al año se hace misa en la capilla del Palau de la Generalitat, una por Sant Jordi, y que no considera que eso rompa con la aconfesionalidad. Cercas ha recordado que “nuestra sociedad es laica” y que “no se obliga a nadie a ir a misa o a la mezquita”, pero “si no sabes de dónde vienes no sabes adónde vas”.El novelista ha traído a colación su libro —que será sin duda uno de los triunfadores de Sant Jordi vista la involuntaria promoción que le ha hecho el propio Francisco— y ha dicho que se lo puede leer como un cierto “elogio de la locura”, ligando la personalidad del papa fallecido con la del Francisco original (san Franciso de Asis), el loco de Dios, del que tomó el nombre. Cercas ha reivindicado la Europa que puede acoger a los necesitados y, ya lanzado, ha señalado que si él fuera president empezaría por cuadriplicar el sueldo de los maestros (“un país no funciona sin educación”, ha acordado Illa). Juntos, escritor y político han reivindicado la “fraternidad” y el humanismo que llevan a levantar barreras y que frenan la banalización del insulto, preludio de cosas peores. Convivencia y alegría, pues, como receta de Sant Jordi, ese “pequeño milagro” de cada año, tan especial en estos tiempos de “ola peligrosísima” de nacionalpopulismo y de mentiras. Para cerrar el diálogo, Cercas ha parafraseado una cita que podrían haber escogido Francisco (e Illa): “La verdad os hará libres” (Juan, 8:31-32).

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