Esta es la versión web de Americanas, la newsletter de EL PAÍS América en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Si quiere suscribirse, puede hacerlo en este enlace.Alejandra Jani Dueñas (Santiago de Chile, 50 años) quiso ser muchas cosas desde que era pequeña y casi todas las logró. Le gustaba el arte, quería ser cantante, actriz, escultora, fotógrafa y también otras cosas. En 2018, la revista Time colocó su standup entre los diez mejores especiales de comedia de ese año con su espectáculo Grandes fracasos de ayer y hoy. Un año después, con la estela del éxito internacional y varios proyectos simultáneos, a Jani la invitaron a participar en el Festival de Viña del Mar. Su espectáculo no fue del agrado del público y el llamado monstruo de la Quinta Vergara la expulsó anticipadamente del escenario, un episodio que parte de ese público chileno no le perdonó. El pasado 6 de octubre su aparición, junto con el resto del elenco de 31 minutos, en el Tiny Desk, de la Radio Pública estadounidense, la devolvió nuevamente a la cúspide de la fama, en la que ahora, con aprendizajes y una vida de trabajo arduo, mira con precaución y detenimiento y, sobre todo, con la certeza de que todavía puede aprender más cosas. “Lo que yo te digo hoy no es lo mismo que te diría si esta conversación la hubiéramos tenido hace cinco años. Hoy en día creo que 31 minutos es una gran área de mi identidad. Un espacio donde yo me entrego y donde está mi energía, más de niña, más juguetona, más jovial, más arriesgada. Yo creo que eso es lo que la gente vio de mí, particularmente en el Tiny Desk. Y de todos, porque si te fijas somos todas personas por sobre los 45 o 40 años, de ahí para arriba. Es como que 31 minutos fuera el secreto de la juventud”, dice.Dueñas, atiende a la entrevista en una videollamada desde su casa en Santiago de Chile. Detrás de ella, en un afiche color rosa, se leen letras grandes en tinta negra que dicen: “Ni santas, ni putas, solo mujeres”, viste una camiseta de The Beatles y su voz, inconfundible, comienza a fluir tan clara y precisa como se escucha en todos sus proyectos profesionales. Es la voz en off del programa La divina comida, además de ser la voz de Patana, la única marioneta mujer dentro del elenco protagónico de 31 minutos. Además, le da voz también a otros personajes de la serie. En 2022, Dueñas comenzó su proyecto musical llamado Sombra al lado de Cristóbal Carvajal y Nicolás Alvarado en la producción. En las próximas semanas lanzará su segundo disco, Hay que Morir Primero, tanto en Chile como en México, y a finales de año, el material completo estará disponible en las principales plataformas de música. Asegura que además de 31 minutos, un proyecto al que llegó en 2010, cuando los productores del show pidieron que se integrara a una mujer en el elenco, la música da forma a una parte importante de su identidad, ahora que, pasados los años, ha podido dedicarse al arte en todas las versiones en las que ha deseado estar. “También creo que soy súper afortunada, una privilegiada total, porque tener trabajos como los que yo tengo, tener la posibilidad de ser artista y vivir de lo que yo hago en un lugar como Chile, que está muy precarizado el mundo del arte y la cultura, entonces nunca voy a dejar de decir que como sea, aunque me saque la cresta y aunque me equivoqué mucho, he tenido suerte de tener estos trabajos muy maravillosos, pero también ha sido mucho trabajo”.El juez, Policarpo Avendaño y Patana Tufillo de 31 Minutos, en Monterrey, México. Medios y Media (Getty Images)El efecto ‘monstruo’Durante muchos años después de su participación en Viña de Mar, a Jani le dedicaron videos completos que diseccionaban su participación en Viña. Por muchos youtubers y medios locales, su espectáculo fue considerado como “el peor en la historia del festival”. A ella, que reconoce que en ese momento tomó malas decisiones, le dijeron de todo, incluso, que se quedaría sin trabajo y que no volvería a pisar los escenarios. Recuerda que decidió presentarse tal y como era, incluso un poco más “desafiante”, comenzando con un chiste sobre el aborto, y otro en el que decía que no le gustaban los niños, con un vaso de wisky en mano y con la cabeza semirapada. “Fue un año particular, ese 2018, había protestas feministas, universitarias, el pañuelo verde, el feminismo más fundamentalista salió a las calles. Yo no me di cuenta en su momento, pero a mí me llevaron como la feminista, pero en el fondo me llevaron como la feminazi. O sea, también hubo una especie de silenciosa, pero evidente manera de presentarme como ese rol. Pensé que era inofensivo, porque dije, pero si yo soy, esto siempre lo he sido, ¿por qué les va a molestar tanto? Yo tomé malas decisiones, no escuché un montón de consejos, yo tenía un equipo y fui muy sorda”, recuerda. “Yo también me la busqué, yo no supe ver que ese no era el escenario para hacer la revolución”.Un odio sin precedentes. Pocas veces en el escenario de Viña del Mar —un festival que en su recinto puede albergar a una audiencia de unas 15.000 personas— un artista recibe tantas muestras de descontento incluso más allá de las pifias del llamado “monstruo”, que no es más que un público que demuestra con rechiflas su disgusto ante el espectáculo que está presenciando. Jani, recuerda: “Sentí mucho rechazo posterior a Viña, y tú sabes como pueden ser las redes sociales en el anonimato de violentas, y esto les pasa a las mujeres en visibilidades diversas, o sea, influencers, actrices, feministas, no feministas, las que son mamás, las que no son mamás… Siempre en los comentarios va a haber agresividad, gente mandando mensajes directos, diciendo que no lo estás haciendo bien. En ese momento fue abrumador. A mí me mandaban mensajes diciendo ‘te odio’, ‘mátate’, o ‘si te veo en la calle, te pego’, ‘ándate de este país, feminazi’, ‘zurda’, ‘lesbiana’. Entonces también venía claramente de un lado de otra ideología, muy, muy extrema. Y yo, sí, me sentía muy avergonzada y tuve mucho miedo de salir a la calle”.Jani tomó el personaje de Patana durante la primera temporada del programa. Aunque fue pensado como un personaje que, como su nombre lo dice, tenía mucha energía, pero hacía poco, se fue convirtiendo en un faro de conciencia del show, que guiaba y regañaba a sus compañeros varones. “Patana ya se ha convertido en la voz de la inteligencia, en el fondo los otros pueden ser unos estúpidos, o Tulio puede ser todo uno imbécil, y Patana, siendo graciosa e ingenua también, cumple el rol de ser la que sabe, quién en el fondo les dices, ‘oye ya, córtenla’. Lo que es una dinámica muy real en el mundo de los grupos de hombres”.Tras el rotundo éxito de 31 minutos en el Tiny Desk, que ya supera los 11 millones de visitas en Youtube, Jani Dueñas celebra su propia vida y la fuerza que la llevó a incursionar en todas las cosas en las que pudo involucrarse a lo largo de los años: “Entre el Festival de Viña y ahora, pasaron muchas cosas, y uno desaparece a ese ojo público, tan mediático, de 15.000 personas en toda Latinoamérica, viéndote fracasar a ahora, más de 10 millones de personas, viéndote tener éxito. En medio de eso, está la vida”.Nuestras recomendadas de la semana:

Shares: