Frente a una candidata china y otra sudafricana, José Luis Cobos (Serradilla, Cáceres, 56 años) ha sido elegido este martes presidente del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), que representa a 30 millones de profesionales que hay en todo el mundo. En un colectivo fuertemente feminizado es el primer hombre en ocupar el puesto, y también el primer español. Concede su primera entrevista a EL PAÍS por videoconferencia desde Helsinki, donde acaba de ganar la votación.Pregunta. ¿Por qué se presentó a liderar el CIE?Respuesta. Pertenezco a la Junta Directiva del CIE, y llevo ya trabajando estos últimos cuatro años. Lo que me ha motivado a llevar a cabo la candidatura es que me han animado mis compañeros, tanto de Europa como en España [donde es vicepresidente del Consejo General de Enfermería]. Hemos visto la oportunidad de potenciar las ideas que traíamos desde España, que siempre han sido muy aceptadas, como nuestra experiencia en la práctica clínica, la potenciación de la bioseguridad: hemos trabajado en Europa con directivas que han marcado un hito para implantar dispositivos de seguridad obligatorios en los hospitales y en los centros de salud… Aunque tenemos mucho por hacer en España, hemos sido durante muchos años referentes. Nuestra formación es ambiciosa y fuera se ve como un país muy potente en cuanto a nuestro desarrollo profesional, tanto normativamente, a nivel académico y de preparación como, últimamente, en investigación.P. ¿Cuáles son sus objetivos en los próximos cuatro años?R. Los presidentes tienen que elegir una palabra que defina su línea de trabajo. Yo he elegido empoderamiento. La visión para los próximos años es trabajar por el empoderamiento de la organización frente a instituciones internacionales, como la ONU, la OMS, la OIT… En segundo lugar, fortalecer a los consejos nacionales si necesitan la ayuda del CIE frente a su Gobierno. Y, por último, empoderar a las propias enfermeras con programas de formación de liderazgo. Estamos apostando mucho por el liderazgo en enfermería, la investigación, la igualdad de género. Muchos países sufren desigualdades, como no aceptar a una persona en un cargo por su género. P. La gran mayoría de enfermeras son mujeres, algo que no está representado proporcionalmente en el Consejo de Enfermería español (hay paridad, pero no mayoría de mujeres), donde el presidente es hombre. Ahora también lo es en el CIE.R. Es la primera vez que el presidente es un hombre en los 125 años que llevamos, yo soy el número 30. Si estuviéramos ocupando este puesto de mucho tiempo y por muchas veces, habría que revisarlo, pero no es así. Y yo quiero focalizarme más en mi equipo de trabajo. Alguien tiene que liderar y no me puedo cambiar el género.P. La realidad de la enfermería en España y en otros países, como los que están en desarrollo o con guerras, es muy distinta. ¿Cómo se conjugan estos intereses?R. Algunos pilares son muy compartidos. Por ejemplo, la falta de enfermeras que muestra el último informe que hemos hecho conjuntamente con la OMS. También la carga de trabajo: las posibilidades de poder atender con equidad que no es posible porque no hay suficiente personal o material en algunos sitios. Luego, las áreas de conflicto: cada vez hay más y más dispersas. No se concentran en un sitio: hay en Europa, en África, en Asia… Vamos a poner encima de la mesa que no puede haber más destrucción de centros sanitarios.P. Otro reto común es una población cada vez más envejecida.R. Sí, una población que necesita más cuidados. Me da pena que determinados sistemas sanitarios no sean conscientes de la urgencia que tenemos en cambiar el paradigma: del curar al cuidar. ¿Por qué digo esto? Porque muchas enfermedades no se curan, son crónicas. El envejecimiento está haciendo que vivamos más años, pero vamos a dar calidad a esos años. No puede ser que estemos aumentando la falta de cuidado que necesitan nuestros pacientes. La cronicidad es algo que tiene que estar en las agendas de todas las políticas sanitarias, y por eso los políticos también tienen que ser conscientes de que la inversión tiene que estar ahí. ¿Quién se dedica a los cuidados? Una enfermera. Está claro que tenemos que apostar por ello.P. En España el ministerio y las comunidades han aprobado una estrategia de cuidados. R. Sí, hay que agradecerlo. Hemos conseguido un consenso para establecer una hoja de ruta en la que no solo hablemos de la falta de recursos. Faltan en España 100.000 enfermeras. Vamos a analizar dónde: si en Atención Primaria, en hospital… qué perfil deben tener. Necesitamos hacer un análisis más exhaustivo de cuáles son las necesidades que tiene la población y, a partir de ahí, podremos focalizar dónde generamos más plazas. También en la universidad: hay que aumentar profesorado, pero no con los mismos recursos, hay que poner dinero encima de la mesa. Eso ocurrió con los médicos hace un par de años. También apostar por el liderazgo de la enfermería: ocupar los puestos que correspondan, ni más ni menos que otros profesionales, pero que tengamos la oportunidad de hacerlo. Por eso hay que cambiar normativa, que no nos permite todavía alcanzar unos determinados puestos de gestión [como la gerencia de un hospital]. Y yo diría también que es importante ese liderazgo femenino. Hemos hecho un análisis y en los hospitales, la supervisión, que es el grado intermedio que tenemos de gestión, mayoritariamente está ocupado por mujeres. Sí que es cierto que llama la atención que en la dirección haya menos… Y yo creo que se está dando un cambio, pero sí que pido, es casi un llamado: hay que ser activos, no solamente hay que protestar, sino que hay que dar un paso adelante. Yo he decidido darlo. P. En España este ministerio está otorgando más competencias, como la prescripción de determinados medicamentos, ante el rechazo de los médicos. ¿Cómo se ve esto en el resto del mundo?R. Hay de todo. Yo tengo que decir que los equipos de trabajo funcionan muy bien. Cierto es que pueden surgir algunas discrepancias. A veces es más en la forma que en el contenido: lo hemos hablado muchas veces con los médicos y sí que están de acuerdo que tenemos que participar. Si hablamos de la prescripción, son conscientes que hay determinados casos que la enfermera ya está tomando decisiones y hay que regularlo. Es una cuestión que también se vive a nivel mundial. No se puede poner una línea roja y decir esto es tuyo, esto es mío. Hay veces que compartimos espacios y en ese consenso y en ese buen hacer, tenemos que seguir trabajando por el bien de la sociedad y de los pacientes.

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