Una cosa es el nombre oficial y otra el nombre sentimental. Para los sorianos de pro, su parque se llama La Dehesa; para los demás, Alameda de Cervantes, que tampoco es mal apelativo. Este último es de inicios del siglo XX, por lo que pudiera parecer lógico que el primigenio sea el favorito. La Dehesa de Soria siempre se menciona como un jardín con solera, ya que su ubicación y nombre responde a una dehesa boyal que se instaló allí en el siglo XII. Pero fuera de fechas, historias y de datos, lo que conforma el día a día de este parque municipal son sus visitantes.Desde finales de los años ochenta, el maestro jardinero Miguel Yagüe cuida de este jardín soriano de unas 10 hectáreas. Él es el encargado de dirigir el mantenimiento de este espacio agraciado, con sus más de 2.000 árboles y arbustos. “En su origen, los árboles más habituales eran los álamos, junto a fresnos y olmos. Eso sí, por la enfermedad de la grafiosis, la mayoría de los olmos desaparecieron, incluso ejemplares centenarios”, certifica Yagüe. En este jardín, los avatares de la vida no solo están ligados a enfermedades de las plantas como la mencionada, sino también a otros factores, como bien sabe este jardinero experimentado: “La climatología es muy dura, porque podemos tener temperaturas de 10 grados bajo cero durante 15 días, y menos uno o menos dos grados durante el día. Así que palmeras, por ejemplo, solo nos resiste la palmera china (Trachycarpus fortunei)”, atestigua señalando un ejemplar de esta especie.Más informaciónComo en otros espacios públicos, por desgracia, el mayor problema tiene que ver con el vandalismo, que es sostenido en el tiempo y no entiende de estaciones ni de especies, porque la estulticia lo impregna todo, dejando un rastro de suciedad, mobiliario roto o plantas dañadas. Una lástima cuando se piensa que este es un espacio amado por sus habitantes, y que algunos se empeñan en hacer válido todavía ese amargo y rancio refrán de “quien bien te quiere, te hará llorar”, porque una parte de ese vandalismo ocurre durante las multitudinarias fiestas de San Juan, que atraen a miles de personas a La Dehesa para celebrarlas.Miguel Yagüe, maestro jardinero de La Dehesa de Soria, se apoya en la gran secuoya del jardín.Eduardo BarbaAfortunadamente, el respeto hacia el lugar es la máxima de la mayoría de sus visitantes, como Alberto Sánchez, que a sus 16 años sopesa por qué para él es importante este parque: “Es un centro donde nos juntamos todos los chavales a jugar al fútbol, a hablar, quedar en los bancos y contarnos nuestras cosas. Al final, es como un centro social donde todo el mundo —mayores, pequeños y ancianos— pueden juntarse y estar con sus amigos, su familia… y pasárselo bien. Soria sin La Dehesa sería un aburrimiento”. Luego señala con el dedo cuál es su planta favorita de todo el jardín: “Es esa secuoya, la más alta, porque la veía desde mi antiguo colegio y me gusta mucho por eso”. El árbol en cuestión es un bello ejemplar de Sequoiadendron giganteum de más de 40 metros de alto, espigado y poderoso.Mónica Pascual, alicantina de 20 años, sabe lo que va a encontrar en La Dehesa cuando regresa a Soria: “Me gusta porque transmite mucha paz. De hecho, vengo cada año porque es un sitio donde conectar contigo misma. Aquí vengo a dar paseos, a correr, a entrenar”, comenta acompañada por otras compinches deportistas. Al fondo se ve charlar a un par de madres sentadas en uno de los blancos bancos. Isabel García, de 41 años, también enarbola la tranquilidad como bandera del lugar: “A mí los árboles y la naturaleza me dan energía y me dan paz. Vengo aquí a menudo, porque antes íbamos al campo, pero ahora, con la niña, no es posible, así que lo que hacemos es venir con ella para disfrutar del entorno. Lo mejor de Soria es La Dehesa”, afirma sin dudar.La gran pradera de La Dehesa es un punto de encuentro para relajarse o jugar en buena compañía.Eduardo BarbaQuizás, dentro de unos años, la hija de García regrese a La Dehesa con su colegio, como han hecho los alumnos de entre 10 y 12 años de Iker Vázquez, un maestro treintañero que sabe bien que este jardín es un aula perfecta: “Soy docente en un pueblo cercano a la ciudad, y La Dehesa es el lugar donde se pueden realizar distintas actividades con una cercanía directa con la naturaleza y un tiempo de recreo muy agradable. Aquí los alumnos tienen una libertad mayor, porque el parque está vallado y protegido”. Suerte la suya que disfrutan del sol y del verde de la hierba en su pradera de dos hectáreas, y que ocupa la parte alta del parque. Es uno de los iconos del jardín, junto al querido Árbol de la Música, un castaño de Indias de flor rosa (Aesculus x carnea ‘Briotii’) que ocupa el espacio de un antiguo olmo (Ulmus minor) de 300 años, que falleció por la enfermedad de la grafiosis. La singularidad de este árbol es que el quiosco de música lo embebe y rodea, y su tronco y copa emerge de entre medias del templete, en una unión afortunada.El ‘Árbol de la Música’ es uno de los emblemas del parque de La Dehesa de la ciudad de Soria.Ventura Carmona (Getty Images)El jardinero Miguel Yagüe sabe bien el beneficio que este santuario ejerce en las personas mayores, “porque es donde mejor pasean y donde menos calor sufren, porque se está muy fresco”. Una de ellas es María Jiménez, abuela de 70 años que atestigua la importancia que tiene La Dehesa en su vida: “Me gusta porque es un descanso, aquí tan céntrica que la tenemos, esto es una maravilla. Vengo todas las mañanas a dar un paseo, lo mismo en invierno que en verano, también cuando llueve o cuando nieva. Entonces coges el paraguas y das una vuelta”, cuenta risueña. Para ella hay dos lugares que siempre le recuerdan a La Dehesa: “el Árbol de la Música y la ermita de Nuestra Señora de la Soledad. No podemos pasar sin saludar a la Virgen”, sonríe.Entre esculturas de todo tipo y entre las copas de árboles de todo el mundo, con los murmullos de conversaciones que se entremezclan en los vértices de los caminos y con las flores reventonas que trae la primavera, su maestro jardinero nos despide de La Dehesa: “Mi trabajo es vocacional, estoy haciendo lo que me gusta. Escuchar cantar a los pájaros ahora en la primavera, a las siete u ocho de la mañana, es una maravilla. Aquí hay muchas plantas que me gustan, pero hay tres que me parecen únicas. Una es el ginkgo (Ginkgo biloba), un fósil viviente. También la secuoya, porque es emblemática. Y el roble. Aunque estemos hartos de verlos y sean de la zona… pero solo con ver un roble grande, emblemático, te mete la magia en el cuerpo”. La belleza se hace jardín en La Dehesa de Soria.

La belleza está en La Dehesa de Soria | Estilo de vida
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