Aunque está reconocida como una violación de derechos humanos y prohibida en muchos países, hoy hay en el mundo más de 230 millones de niñas y mujeres que han sufrido mutilación genital femenina (MGF), según un informe de Unicef publicado en 2024. De ellas, unos 52 millones, aproximadamente una de cada cuatro supervivientes de ablación, fueron mutiladas por profesionales sanitarios. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado este lunes de la “creciente medicalización” de la MGF, con evidencias que indican que es realizada “cada vez más por personal sanitario”, y ha incidido en la necesidad de establecer “medidas urgentes” para frenar esta práctica. Es por ello que ha publicado una nueva directriz destinada, entre otras cosas, a involucrar a los trabajadores sanitarios en la prevención y prohibición de la mutilación genital femenina. La MGF medicalizada, es decir, aquella mutilación total o parcial de los genitales femeninos realizada por profesionales sanitarios, no solo supone una violación de la ética médica, sino que corre el riesgo de legitimar la práctica y dar impresión de que no tiene consecuencias. “Algunos estudios sugieren que puede ser incluso más peligrosa cuando la realizan los profesionales de la salud, ya que puede provocar cortes más profundos y graves”, advierte la OMS. El documento, titulado Prevención de la mutilación genital femenina y tratamiento clínico de sus complicaciones amplía unas directrices publicadas en 2016 y establece ocho recomendaciones y tres declaraciones de buenas prácticas. Las investigaciones demuestran que el personal sanitario puede ser un referente influyente para cambiar la actitud hacia la MGF y desempeñar un papel crucial en su prevenciónChristina Pallitto, científica de la OMS y del Programa Especial de las Naciones Unidas para la Reproducción Humana Entre las sugerencias de la OMS se incluye la formación del personal sanitario en prevención de la ablación, con acciones que van desde el rechazo a las solicitudes de practicarla hasta la información a la población de los riesgos a corto y largo plazo. “Las investigaciones demuestran que el personal sanitario puede ser un referente influyente para cambiar la actitud hacia la MGF y desempeñar un papel crucial en su prevención”, afirmó Christina Pallitto, científica de la OMS y del HRP, que ha dirigido el desarrollo de la nueva directriz. Además, también se recomienda la formación en la atención de las complicaciones de salud relacionadas con la MGF y la necesidad de implementar códigos de conducta profesionales “con un enfoque de tolerancia cero”, que prohíban expresamente al personal sanitario llevar a cabo esta práctica. “La participación de médicos, enfermeras y parteras debería ser un elemento clave en la prevención y la respuesta a la MGF”, incidió Pallitto. “El sector de la salud desempeña un papel esencial en la prevención de la mutilación genital femenina: los profesionales sanitarios deben ser agentes de cambio, no perpetradores de esta práctica nociva, y también deben brindar atención médica de alta calidad a quienes sufren sus efectos”, explicó en un comunicado de prensa la doctora Pascale Allotey, directora de Salud Sexual y Reproductiva e Investigación de la OMS y del Programa Especial de las Naciones Unidas para la Reproducción Humana (HRP por sus siglas en inglés). El documento de la OMS también abarca “la educación de las mujeres y niñas que viven con MGF o corren el riesgo de sufrirla, así como de los hombres y niños de las comunidades que la practican”. Entre estas medidas se encuentra la educación sanitaria grupal e individual, así como el asesoramiento para la prevención de la MGF destinado a promover cambios de actitud frente a esta práctica que viola los derechos de la mujer. La mutilación genital femenina puede provocar complicaciones de salud graves a corto y largo plazo. Las mujeres adultas que fueron sometidas a ablación durante la infancia tienen más probabilidades de sufrir infertilidad y complicaciones durante el parto. Además, puede acarrear problemas de salud de mental. Por esto, la guía incluye varias recomendaciones clínicas para “garantizar el acceso a atención médica empática y de alta calidad para las sobrevivientes de la MGF”. Entre estas se mencionan intervenciones de salud mental para niñas y mujeres que experimentan ansiedad, depresión o trastorno de estrés postraumático e intervenciones quirúrgicas y no quirúrgicas de salud sexual para aquellas que sufren disfunción sexual. Hoy en día, una niña tiene un tercio menos de probabilidades que hace 30 años de ser sometida a una mutilación genital femenina, según Unicef. Sin embargo, si se quiere cumplir con la meta incluida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de acabar con esta práctica de aquí a 2030, los avances tienen que acelerarse. La reducción debería ser 27 veces más rápida que la observada en la última década, según los datos recogidos por la agencia de las Naciones Unidas para la Infancia. Hoy en día, el mayor número de casos de ablación se da en países africanos, con 144 millones, seguidos de Asia (80 millones) y Oriente Medio (6 millones). La mutilación genital femenina también se practica en comunidades pequeñas y aisladas y entre las diásporas de todo el mundo.

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