La principal agencia de investigación biomédica de Estados Unidos ha paralizado los pagos a grupos de investigación en el extranjero, lo que pone en el alero proyectos de investigación millonarios sobre cáncer, infecciones virales y genética humana en todo el mundo.Los Institutos Nacionales de Salud (NIH), el mayor organismo público de investigación biomédica, han congelado los pagos a grupos de investigación en el extranjero hasta nueva orden. La dirección del organismo argumenta falta de transparencia en el gasto de estos fondos, y llega a decir que esto compromete la “seguridad nacional” del país. Por ahora no hay datos de cuántos proyectos quedarán paralizados ni cuánto dinero dejará de llegar a otros países, aunque la cifra puede estar en torno a los 500 millones de dólares anuales (una cantidad similar en euros). En el centro de la polémica están las colaboraciones que hubo en el pasado entre universidades de Estados Unidos, financiadas por el NIH, y varias instituciones de China, entre ellas el laboratorio de Virología de Wuhan. Según la teoría no confirmada, pero preferida por el presidente Donald Trump, el coronavirus que ocasionó la pandemia de la COVID pudo salir de este laboratorio.Más informaciónJay Bhattacharya, el nuevo director del NIH nombrado por Trump, ha defendido la nueva medida como parte de los recortes planeados en ciencia por el Gobierno de Estados Unidos. La agencia ha dicho que a partir de ahora los grupos extranjeros deberán firmar un contrato directamente con el NIH, no como hasta ahora, que lo hacían con el líder de la investigación, que en muchos casos era un científico estadounidense. Las medidas afectan a decenas de proyectos millonarios en Europa, Asia y América y África. La agencia espera aclarar las nuevas normativas antes de septiembre. Hasta entonces, muchos proyectos de investigación quedan congelados.“Nadie acaba de entender lo que está pasando”, confiesa Javier Martínez-Picado, virólogo del centro de investigación IrsiCaixa, que es uno de los afectados por las nuevas medidas. “En nuestro caso, no hemos recibido confirmación de que nos hayan renovado el proyecto, aunque hemos pasado la evaluación técnica. Estamos paralizados”, explica Martínez-Picado, que colabora con organizaciones estadounidenses en un proyecto para estudiar la inmunidad innata a la infección por VIH, y otro que estudia las curaciones del sida en pacientes que recibieron trasplantes de células madre. El científico defiende que no hay ninguna falta de transparencia en el gasto de estos fondos. “Durante años hemos luchado para que la investigación científica sea una empresa internacional, que no se quede aislada en un país. Estas normas son un atraso y un retroceso. En realidad es un desprecio a la investigación científica”, alerta.La incertidumbre es total. Puede que el impacto acabe siendo solo un cambio de reglas burocráticas, o que signifique el final para muchos proyectos de investigación que han dejado de interesar a Estados Unidos. La medida es también un golpe para los científicos estadounidenses, pues si los proyectos activos no pueden continuar sin tener que enviar fondos al extranjero, se buscará la forma de ponerles fin. “Puede ser cierto que el NIH tiene poco control final de estos fondos”, reconoce Roderic Guigó, investigador del Centro de Regulación Genómica, en Barcelona. “Pero si finalmente no se permite continuar los proyectos, va a ser un desastre”, advierte. Guigó lleva recibiendo fondos de los NIH desde 2003, cuando empezó siendo investigador principal del proyecto Encode, ahora llamado Gencode, que es la mayor enciclopedia de elementos presentes en el genoma humano. Desde sus inicios, grupos de fuera de Estados Unidos han recibido decenas de millones de euros para realizar parte del trabajo. Actualmente, el grupo de Guigó recibe unos 1,3 millones de euros para su participación en la fase cuatro del proyecto. La gran incertidumbre es si con las nuevas normas se podrá poner en marcha la fase cinco, que debe durar otros cuatro años. Los recortes en investigación impuestos por Donald Trump están haciendo abrir los ojos a Europa. Es una situación similar a la de los fondos dedicados a defensa: ¿debe Europa seguir ausente de grandes proyectos como el Encode y depender de Estados Unidos para acceder y usar esos datos? Esa es la pregunta que se hace Guigó, quien cree que Europa como bloque, y España en particular, deberían aumentar su participación en grandes consorcios de este tipo.La bióloga computacional Marta Melé, investigadora del Centro de Supercomputación de Barcelona, lleva un año recibiendo financiación dentro del programa dGTEX, con una financiación total de más de 35 millones de euros. Su objetivo es crear la mayor base de datos genéticos y médicos en niños de corta edad, una población de la que hay muchos menos datos que en adultos. “Mi grupo estudia básicamente por qué cada persona es única y también analizamos si los problemas de salud de la edad adulta pueden originarse durante los primeros años de vida”, explica Melé. La investigadora tiene asegurada la financiación para este año, pero no sabe qué pasará el siguiente. El mayor impacto de las nuevas normativas es que hay varios puestos de trabajo que dependen directamente de la financiación de Estados Unidos. “Son gente muy buena que se tendrán que marchar si se corta la financiación, una pérdida de talento enorme”, explica. La científica cree que los gobiernos no solo deberían trazar planes para fichar científicos que huyan de Estados Unidos, sino también “medidas de rescate” para los investigadores que ya están en España.La congelación de las colaboraciones internacionales es solo una pequeña parte de los enormes recortes en investigación científica, salud pública y cooperación anunciados por la Casa Blanca. El borrador de presupuestos para 2026 propone recortar en torno a un 40% el presupuesto de los Institutos Nacionales de Salud. Peor parada sale la Fundación Nacional para la Ciencia, de la que el español Darío Gil fue nombrado subsecretario de ciencia e innovación en enero, donde el recorte propuesto es del 56%. El Centro para el Control de Enfermedades, la agencia encargada de vigilar epidemias y pandemias, también pierde casi el 50% de sus fondos. En la agencia espacial, la NASA, se sube ligeramente el presupuesto para exploración espacial tripulada, pero se cercena buena parte del presupuesto para ciencia, estudio del cambio climático, educación en ciencias y otros programas. La NOAA, principal agencia de estudio del clima, verá un recorte del 25%, y la Agencia de Protección ambiental, de un 55%.Buena parte del dinero no gastado irá a fortalecer el gasto militar, que Trump quiere aumentar en un 13% hasta superar el billón de dólares, y los programas de protección de fronteras, en los que espera gastar unos 175.000 millones.Las nuevas cuentas tendrán ahora que pasar por el Congreso para su aprobación final. Aunque los republicanos tienen la mayoría en ambas cámaras, los senadores de cada estado pueden ser muy reacios a recortar ciertos programas que son esenciales para la economía de sus estados.

Las políticas de Trump paralizan investigaciones clave en el resto del mundo: “Nadie entiende lo que está pasando” | Ciencia
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