Antes siquiera de debutar como protagonista en la gran pantalla, allá por febrero del 78, la revista High Times ya perfilaba a Brooke Shields (Nueva York, 60 años) como “una mezcla sensual de virgen americana y zorra en ciernes”. Su madre, Teri, una exmodelo alcohólica que también ejercía como su agente, no hacía sino reforzar esa visión en entrevistas, asegurando que esta era “la fruta prohibida, el todo en uno, lo sexi y lo inocente”. Incluso Barbara Walters, una leyenda del periodismo televisivo, se permitía interrogarla frente a millones de espectadores por su virginidad o las medidas de su cuerpo. Antes de eso, ya había posado desnuda para Playboy, en una serie de fotografías de supuesto carácter artístico en las que la niña aparecía maquillada y embadurnada en aceite en una bañera. También protagonizó La pequeña, un largometraje en la que interpretaba a una prostituta y donde tuvo que rodar varias escenas de desnudez. Todavía no había cumplido los 12 años. “Ella suscita el revuelo sobre la pornografía infantil en el cine”, defendía la revista People con motivo del estreno. “Me convertí en la virgen más famosa del mundo”, recordaría años más tarde la propia actriz en una entrevista con Glamour publicada el 10 de octubre de 2022. La célebre intérprete, aclamada en 2023 por la revista Time “como el rostro de la década de los ochenta”, celebra ahora su 60 aniversario erigida como el símbolo de la explotación infantil en Hollywood. Un ejemplo paradigmático de hasta dónde era capaz de llegar la industria a la hora de convertir a una menor en fetiche, mercancía y objeto de morbo y deseo, sin reparar en su edad, consentimiento o las secuelas emocionales que la exposición precoz pudieran acarrearle. “Es un milagro que sobreviviera”, afirmaba la neoyorquina, juguete roto antes de cumplir la mayoría de edad que se refugió en la prestigiosa universidad de Princeton —se graduó con honores en Lenguas Romances— para recuperar algo de la infancia usurpada desde que apareciera en un anuncio de jabones a los 11 meses de vida. Cuando quiso volver a la industria cinematográfica, y según narró ella misma en un documental biográfico —titulado Pretty Baby: Brooke Shields— estrenado en 2023, fue víctima de una violación a manos de un productor. No gritó ni forcejeó. “Un ‘no’ habría sido suficiente, pero solo pensé: ‘Mantente con vida y después te vas’. Solo me callé y esperé”. Más informaciónLa meca del cine no recibió con los brazos abiertos a la que fuera “novia de América” gracias a cintas como El lago azul (1980) y Amor sin fin (1981) o campañas publicitarias tan escandalosas como la de los vaqueros Calvin Klein de 1980, en la que la joven, de 15 años, conmocionó al país con un eslogan hoy legendario: “¿Quieres saber lo que se interpone entre mis Calvin y yo? Nada”. Su caché rondaba entonces los 10.000 dólares diarios, pero ni su amistad con Michael Jackson y George Michael, ni su condición de musa de Andy Warhol o su precoz aparición en la portada de Vogue le aseguraron un sitio en el nuevo Hollywood de los noventa. La transición a la adultez fue más que complicada. ¿Era actriz?, ¿era modelo? Ningún director de casting atinaba a intuir un espacio para ella y tuvo que refugiarse en Broadway y en una serie de televisión de éxito discreto, De repente Susan (1996), para conservar algo de la relevancia pasada. Imagen de la campaña publicitaria de Calvin Klein de 1980 protagonizada por Brooke Shields.Retro AdArchives / Alamy Stock Photo (Alamy Stock Photo)De manera paralela, Shields mantuvo una tumultuosa relación sentimental con el tenista Andre Agassi, otra estrella también moldeada por un padre tirano, que los llevó a pasar por el altar en 1997 y divorciarse dos años después, con el niño malo del tenis sumido en una espiral autodestructiva por su adicción a la metanfetamina. El mismo año de su separación, la intérprete comenzó a salir con el productor y guionista Chris Henchy. Llevan casados más de dos décadas y comparten dos hijas en común, Rowan y Grier. La pequeña, de 19 años, ya sigue los pasos de su madre como maniquí y es imagen de firmas como Tommy Hilfiger.Aunque alejada de la primera línea actoral de las colinas de Los Ángeles, Brooke Shields sopla las velas en uno de sus mejores momentos profesionales. El pasado año protagonizó un inesperado triunfo de audiencia con La madre de la novia (2024), comedia romántica que se alzó como uno de los grandes éxitos de Netflix y tiene pendiente de estreno otras dos películas. Sin embargo, sus anhelos están lejos de la búsqueda de una estatuilla y concilia con más ahínco las facetas de escritora, activista y empresaria. Recuperando la voz que le fue negada en sus comienzos, ha publicado media docena de libros y ofrece conferencias sobre las claves del empoderamiento femenino o cómo enfrentarse a los estigmas del envejecimiento. “Ahora me siento más segura que nunca. Estoy más cómoda en mi propia piel y he dejado de compararme con ideales o de preocuparme por expectativas. Pero debo admitir que, incluso con esta nueva sensación de satisfacción, tengo que recordarme —a veces, a diario— que soy lo suficientemente buena”, reflexionaba en su libro de memorias, Brooke Shields is Not Allowed to Get Old: Thoughts on ageing as a woman (Flatiron Books), publicado el 14 de enero de 2025. La resiliencia de la que hace gala ahora empezó a forjarse en aquella infancia robada. “El sistema no vino ni una vez a ayudarme, así que tuve que hacerme fuerte por mí misma”, confesó el 3 de abril de 2023 a The New York Times. Reivindicada como un icono de belleza también en la madurez, ha vuelto a ser imagen de Calvin Klein cuatro décadas después de la controvertida campaña o de Skims, la firma de ropa interior de Kim Kardashian. Shields también lanzó el pasado año Commence, una línea de productos de cuidado capilar pensada para las mujeres mayores de 40 años. Por si su agenda no estuviera lo suficiente cargada, fue elegida ese mismo año presidenta del sindicato de actores y directores de escena de Estados Unidos, con más de 50.000 afiliados. “Veo los sindicatos como a los padres. Cuando tu voz no es lo suficientemente potente o escuchada, ellos pueden dar un paso adelante y hablar por ti. Soy miembro desde que era una niña y mi madre solía decir: ‘Si yo no puedo ayudarte, iremos al sindicato, y ellos lo harán”, manifestó Shields en una entrevista con The Washington Post del 2 de septiembre de 2024. Ella es una superviviente que ha convertido sus cicatrices en motor de cambio.

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