En todo México, incluido Morelos, la violencia, la impunidad y la corrupción se han vuelto parte de la vida cotidiana. “Nuestra sociedad está en descomposición”, advirtió el obispo Ramón Castro Castro, quien lamentó que, pese a los anuncios de nuevas estrategias por parte de los gobiernos federal y estatal, “las autoridades aún no logran crear las condiciones necesarias para superarla. Nos duele profundamente tanta sangre derramada”.La declaración tuvo lugar durante la novena Marcha por la Paz en Morelos, un evento que reunió a cientos de ciudadanos vestidos de blanco para exigir justicia, memoria y seguridad. La jornada inició con una misa en la Iglesia de Tlaltenango. Desde ahí, los asistentes comenzaron una caminata rumbo a la Catedral de Cuernavaca, portando flores y mensajes de esperanza. Durante el trayecto, el obispo entregó un ramo de flores blancas a madres buscadoras, como símbolo de acompañamiento: “Nos interpela el dolor de tantas madres y familias; su sufrimiento, su angustia, su incertidumbre, el miedo con el que viven tantas personas”, dijo.A mitad del recorrido, frente a la Iglesia del Calvario, se instaló el Buzón de la Paz, un espacio anónimo para que la ciudadanía deposite información sobre personas desaparecidas. “Queremos que este buzón sea un instrumento que nos ayude a acercarnos a la justicia y a la verdad”, explicó.Ya frente a la Catedral, en un ambiente de recogimiento, Castro denunció que la violencia atraviesa todos los ámbitos de la vida social. “No es justo vivir con miedo ni con desconfianza. Nadie merece que le arrebaten su vida, su familia o sus bienes”, expresó. Citó datos oficiales que colocan a Morelos entre los primeros lugares en delitos graves: primer lugar en feminicidios, despojo y robo de vehículos; segundo en homicidios dolosos y robo de autopartes; quinto en extorsión, secuestro y robo en transporte público; y sexto en robo a casa habitación.“Cuánto duele escuchar el sufrimiento de nuestros hermanos en Cuautla. Cada vez que voy, mi corazón regresa adolorido”, relató. Mencionó también casos en Miacatlán, Temixco, Xochitepec, Puente de Ixtla, Amacuzac y Axochiapan. “Cuánta frustración e impotencia se siente al escuchar a una señora que vende tamales decir que debe pagar derecho de piso para poder seguir trabajando.”En su diagnóstico, la impunidad y la normalización del crimen organizado son centrales. “El crimen se ha infiltrado profundamente en la sociedad. No importa a qué te dediques, puedes encontrártelo en la calle, en tu negocio, incluso en tu familia”. También, afirmó, esta presencia se ha extendido a los gobiernos. “Aunque no se diga abiertamente, muchos funcionarios saben que hay que pedir permiso a los jefes del narcotráfico para abrir calles, desalojar comerciantes, instalar cámaras, hacer reuniones vecinales, ejecutar obras, impartir talleres o incluso aplicar la ley”.“Negarles ese poder puede costar muy caro. Algunos empleados públicos saben que, si no están dispuestos a negociar con la mafia, no deben entrar al gobierno”, sentenció. Incluso los artistas han sido obligados a cantar bajo amenazas armadas. Y muchas empresas proveedoras del gobierno, agregó, pertenecen al narco: “Lo peor es que todos lo saben. Esas empresas ganan licitaciones sin problema y si incumplen, no hay a quién reclamar”.También denunció amenazas constantes: “Llega alguien, te muestra un teléfono y te dice que ‘el patrón’ quiere hablar contigo”. Criticó que las autoridades traten de combatir la violencia con “cifras manipuladas o discursos alejados de la verdad”, y advirtió: “La posverdad nos consume la conciencia”.A las autoridades, el obispo les pidió dejar de lado los discursos vacíos: “No nos den narrativas falsas. Den resultados reales. De lo contrario, México se perderá”. Y añadió: “Ustedes también fueron pueblo. Saben lo que duele no ser escuchado. Conocen la angustia de no saber si se regresa con vida”.Finalizó su mensaje con un llamado enérgico a la acción, a la unidad y a la dignidad: “¡Basta ya de tanta violencia! ¡Basta ya de tanta sangre! ¡Basta ya de impunidad, de ineficiencia y de indiferencia!”

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