La revolución a la que Shohei Ohtani, un genio incatalogable, ha sometido al béisbol tiene ya su eco en las vitrinas. Los Angeles Dodgers son el primer equipo que repite título en las Series Mundiales en un cuarto de siglo gracias al impacto total de un tipo que ya sería por sí solo uno de los mejores bateadores y pitchers del mundo, pero hace las dos cosas. Un prodigio sin precedentes en un deporte especializado al milímetro que responde a la creatividad de la cultura japonesa frente a las exigencias cada vez inmediatas de las canteras estadounidenses. Pero ni el jugador mejor pagado de las cuatro grandes ligas de EE UU –700 millones de dólares en diez años— acabó con esa maravillosa realidad de un deporte lleno de héroes ocasionales. Los que decidieron en la máxima agonía —por cuatro carreras a cinco— el séptimo partido en casa de los Toronto Blue Jays, que tuvieron a tiro devolver el trofeo a Canadá 32 años después.Ohtani firmó su gran obra en el cuarto partido de las Series de Campeonato —el paso previo a la final— ante los Milwaukee Brewers. No solo mandó tres veces la pelota fuera del campo, igualando el récord de home runs de la historia de los playoffs, sino que añadió una actuación portentosa desde el montículo lanzando diez strikeouts, es decir, eliminando al rival sin que pudiera hacer contacto con la pelota. Un combo inédito en un siglo largo de la Major League Baseball y que decanta por decreto el MVP. Porque, además, tiene velocidad: el año pasado lo logró como el primero que conseguía 50 home runs y 50 robos de base en una temporada. Tiene ya tres galardones y, salvo sorpresa mayúscula, sumará el cuarto en unos días.Tras aterrizar en la MLB con Los Angeles Angels, Ohtani cruzó la ciudad y dejó de ser un rey sin corona. Tras imponerse el año pasado a los Yankees, la última dinastía (1998-2000), los Dodgers se tomaron con calma la temporada regular y entraron en playoffs desde la primera ronda para jugar la final con factor cancha en contra. Más historia para Ohtani, que se convirtió en el eterno tercer partido —fueron necesarias 18 entradas, el doble de las reglamentarias, y seis horas y 39 minutos— en el primer jugador que llegaba nueve veces a base. En un deporte en el que los mejores bateadores son eliminados dos de cada tres veces y en el que lo habitual es no tener más de cinco turnos de bateo por día. Aquella noche anotó dos home runs y los Blue Jays le esquivaron mandándole intencionalmente a primera base cinco veces. Es algo habitual cuando hay un jugador en segunda y el entrenador elige enfrentarse al siguiente bateador a riesgo de convertir al anterior en una carrera extra. Pero con Ohtani lo hicieron con las bases vacías, algo que no ocurría en la final desde 2011.Los Dodgers ganaron aquel partido infinito para ponerse 2-1, pero lo pagaron. Los Blue Jays empataron en el turno de lanzador titular de Ohtani —la rotación suele incluir cuatro o cinco pitchers, uno para cada día— con un home run emblemático de Vladimir Guerrero júnior, que mandó callar al estadio. El japonés pagó el cansancio el día siguiente, siendo eliminado en las cuatro veces que cogió el bate. Fue una actuación heroica de Trey Yesavage, el primer rookie en 25 años que lanzaba 12 strikeouts en la final y el primer pitcher que lo hacía en esta ronda sin conceder una sola base por bolas. Toronto tenía todo a favor, pues un 67,4% de los equipos que se ponen 3-2 ganan la final, máxime con los dos últimos partidos en casa, pero no.Shohei Ohtani batea durante el séptimo y definitivo partido de la serie.Kevin Sousa (IMAGN IMAGES via Reuters Connect)El séptimo debió ser canadiense. Tras dos buenas entradas lanzadas por Ohtani, su complementaria nómina de bateadores encontró las grietas en la tercera entrada, un 3-0 que administraron hasta llegar con 4-3 a la novena. Dos eliminados más y el título era suyo, pero llegó Miguel Rojas, cuestionado por sus pobres números ofensivos, para cerrar bocas con el home run más importante de su carrera. No fue la única bola de partido que salvaron los campeones, pues en la parte baja respondió Toronto llenando las bases. Fue de nuevo Rojas el que recogió una pelota compleja y lanzó con precisión a home plate para que el catcher, Will Smith, pusiera pie a tierra por un suspiro y evitara el entorchado local: el video arbitraje concluyó que lo hizo a tiempo. Aún quedaba un eliminado, suficiente para otro héroe, Andy Pages, que corrió como un poseso para cazar la pelota en el aire, llevándose por delante —y, de paso, rescatando— a su compañero Kike Hernández, superado por la trayectoria.Así llegó por sexta vez un séptimo partido de las Series Mundiales a entradas extra. ¿Otras 18? El tercer héroe fue Will Smith, el catcher que aguantó casi siete horas de cuclillas aquel día recogiendo lanzamientos. Aprovechó uno demasiado tendido de Shane Bieber para firmar el home run de la victoria. Lo fue porque Yoshinobu Yamamoto cerró a los Blue Jays la puerta en la parte baja, como hiciera en sus excelsas titularidades que decantaron el segundo —lanzó el partido entero y retiró a los últimos 20 bateadores— y el sexto lance para los Dodgers. Sin un solo día de descanso, un test extremo tras soltar la bola 96 veces en la órbita de los 150 kilómetros por hora el viernes, apagó el incendio de la novena, se paseó en la décima y aplastó la última tentativa en la undécima. Con Guerrero en tercera y un eliminado, regaló la primera a Barger y lo eliminó en una doble jugada junto a Alejandro Kirk, un fiasco en el que había incurrido 17 veces durante la temporada. Si la hubiera sacado fuera del campo, su equipo sería campeón, pero los Dodgers se agarraron al trono con todo. Ohtani ya tiene dinastía.

Shares: