En 2003 unos micrófonos abiertos captaron cómo el economista Jordi Sevilla le decía al entonces líder de la oposición José Luis Rodríguez Zapatero que le explicaría unos abstrusos asuntos económicos “en dos tardes”. Fue una anécdota muy sonada, y, por cierto, en 2011 Sevilla tiró de ironía y publicó un libro titulado La economía en dos tardes (Deusto).Bromea el escritor Sergio del Molino con que esta anécdota, presente en algunas conversaciones entre amigos, podría haber sido el germen de la nueva colección que dirige en Alianza Editorial. “Pensamos que sería genial que alguien te explicara a Dostoievski en dos tardes y que sería una maravilla que ese alguien fuera un lector pasional, que te transmitiera su pasión y te ofreciera un puerto de entrada”. La maravilla se ha obrado en forma de unos pequeños libros, en torno a las cien páginas, formato bolsillo, donde escritores del presente cuentan su enganche con escritores muertos (y pertenecientes al catálogo de Alianza).En la primera tanda de la colección Dos tardes con…, Del Molino escribe sobre Joseph Roth, Espido Freire sobre Jane Austen y Manuel Vilas sobre Franz Kafka. Se trata de pequeños ensayos, cercanos, no académicos, que buscan formar parte de pleno de derecho de la obra de los reseñistas.Más información“No es ninguna sorpresa que a mí me tocase escribir sobre Jane Austen, llevo hablando de ella 20 años”, dice Freire. “De hecho me hubiera ofendido si no hubiera sido así”, bromea. Austen es una escritora muy conocida (y muy adaptada al cine), pero no tan leída, sobre todo entre el público masculino: la Casa Museo Jane Austen se ha propuesto para este año, cuando se cumplen 250 de su nacimiento, hacerla llegar a más señores. Austen va más allá de lo amoroso en el periodo de la Regencia, donde parece encasillada, y despliega una notable sátira e ironía, entre otros aspectos que suelen pasarse por alto.“La clave de su modernidad es que si te olvidas de los vestidos de talle alto y de los manierismos de la época, en la actualidad te encuentras lo mismo: la imposibilidad de ser una misma debido a la presión social, la necesidad de mantener las formas cuando tu corazón o tu cabeza funcionan de una manera distinta… o la prevalencia absoluta de la estupidez”, dice Freire. En su librito, por capítulos, disecciona las muchas janes que hubo en Austen: la niña, la lectora, la solterona, la errante o, por supuesto, la escritora.Manuel Vilas, Espido Freire y Sergio del Molino, el 20 de marzo de 2025, en el Café Varela de Madrid.P. Cosanto (Alianza Editorial)La relación de Vilas con Franz Kafka también tiene tintes amorosos. “No soy un lector de Kafka, soy su enamorado”, dice. Kafka es el escritor que le hizo querer ser escritor y desde que comenzó su lectura nunca ha salido de ese “agujero negro”. Con ocasión de este ensayo ha tenido la oportunidad de volver a leerlo entero, quién sabe, quizás por última vez. ¿Cómo abordar esta obsesión, sobre todo teniendo en cuenta todo lo que se ha dicho y escrito sobre el praguense? Pues a través de un diccionario, pero en el que cada entrada, más que una definición, ofrece una visión personal. Algunas entradas: Absurdo, Max Brod, funcionarios, K, Milena Jesenská y hasta Madrid (porque un tío de Kafka vivió en Madrid, como directivo de los ferrocarriles).Dice Vilas que la obra de Kafka es “inoxidable” y que sigue completamente vigente. “Kafka está detrás del cerebro de Putin y del de Trump, de la inteligencia artificial, de las angustias ante la burocracia. Cuando nos sentimos perseguidos por el Estado, o por la Administración, o por Hacienda, o por el vecino, está Kafka detrás. Todo aquel que se siente culpable sin saber por qué, tiene a Kafka detrás”. Y le gusta explicarlo de forma más expresiva todavía, al puro estilo Vilas: “Kafka es a la literatura lo que Elvis es la cultura popular y Messi al futbol”.El alcoholismo de Joseph RothSergio del Molino también ha adoptado un enfoque personal a la hora de abordar a Joseph Roth, un autor al que llegó ya adulto, que no tuvo que nada que ver en el nacimiento de su vocación, pero cuya presencia ha ido creciendo cada vez más. Lo considera algo así como un profeta del Holocausto: falleció alcoholizado en París en 1939, sin llegar a ver la Segunda Guerra Mundial ni el exterminio del pueblo judío. “Nació en Galitzia, una región donde predominaban los judíos y donde ya no hay judíos: Roth sabía que eso iba a suceder y lo dijo una y otra vez”, dice Del Molino. Su identidad era difusa: la Galitzia era parte del Imperio Austrohúngaro, hoy Ucrania, pero no se sabía muy bien de dónde era Roth, por su propia errancia y por los turbulentos cambios geopolíticos de su época.“Tan difusa era su identidad que cuando falleció tuvieron que llamar a un rabino y a un cura para hacerle dos ceremonias, porque nadie sabía bien cuál correspondía”, dice Del Molino. Pero detrás de esa identidad borrosa, el escritor encontró un hilo fuerte del que tirar: su alcoholismo. “Yo creo que fundamentalmente Roth era un borracho, un alcohólico que jamás renegó de su alcoholismo, aunque que sus amigos intentaron muchas veces que abandonase la bebida”, dice. Eso no significa que Roth no fuera consciente de su problema. “Hay muchos rastros en su literatura de que era consciente de cómo el alcohol le arrasaba. Pero no podía apartarse: tenía una relación de amor odio con su adicción y eso marca su literatura”. Y ese es el modo que ha encontrado Del Molino de explicar su pasión por Roth. Y en solo dos tardes.

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