El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) requiere de una reforma estructural para garantizar que tenga recursos para sostener su funcionamiento y las pensiones de los trabajadores en los próximos años, consideró Pedro Vásquez Colmenares experto en pensiones y seguridad social durante una entrevista este jueves con Aristegui en Vivo.Explicó que la reforma presentada en febrero por la presidenta claudia Sheinbaum buscaba resolver dos problemas fundamentales: la reestructura del Fovissste, así como el incremento de los ingresos del Fondo de Salud del Issste, que actualmente enfrenta un déficit anual de más de 13,000 millones de pesos.La iniciativa buscaba “la reestructura de la operación del Fovissste para permitir que ese fondo de vivienda pudiera ahora construir y arrendar vivienda, y no solo ser un vehículo financiero”. El segundo propósito era “incrementar los ingresos del Fondo de Salud del Issste, dado que “ya que no alcanza el dinero para los gastos en salud de los derechohabientes”.Se trata de un déficit que data de hace más de 20 años y que afecta tanto a los trabajadores activos como a los pensionados, por lo que se requieren recursos. Y en ese sentido, la presidenta optó por un cambio progresivo para que los trabajadores que ganan más de 34 mil pesos pagaran sobre una base diferente, con el fin de conseguir 11 mil millones de pesos. Es decir, el esfuerzo financiero iba a recaer sobre los salarios altos en el gobierno.Considera que hubo confusión sobre si las nuevas cuotas afectarían también a otros grupos de trabajadores, por lo que se generaron protestas por parte de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), hasta que finalmente la presidenta dio marcha atrás.Vázquez Colmenares señaló que uno de los problemas fundamentales de la reforma fue no abordar el tema de las pensiones, que es un asunto estructural y el “meollo de esta discusión”, por lo que se requiere de una “reforma estructural seria e integral que alcance para muchos años y le dé sostenibilidad financiera a la institución”, afirmó.Detalló que si bien la reforma pretendía ingresar 11 mil millones de pesos al gasto en salud, no iba a corregir estructuralmente el déficit.Al tratarse de una institución de seguridad social, “necesita ser revisada periódicamente porque la demografía, el envejecimiento y las condiciones de uso y consumo de las prestaciones van cambiando. Por lo tanto, es una organización que requiere revisión, lo mismo que el Seguro Social”, dijo.El especialista explicó que los beneficiaros del Issste son una población envejecida, lo que genera un estrés financiero enorme. “El Issste es la institución más envejecida de todo México. Los servidores públicos dejaron de crecer hace varias décadas, y al no tener en la base de la pirámide nuevas entradas más jóvenes, esa pirámide se ha ido cambiando totalmente y se ha envejecido. Hoy, el Issste tiene la circunstancia de envejecimiento que todo el país tendrá dentro de 30 años”.Ello requiere de una reforma profunda que no estaba considerada en la iniciativa presidencial, por lo que hubo “críticas y oposición a lo que se presentó”, pero también a lo que no se presentó.“El Issste está envejecido y la población del Issste tiene una esperanza de vida de 80 años, y los pensionados actuales tienen 68 años, van a vivir muchos años más y aportan en pensiones solo una quinta parte de lo que van a cobrar como pensionados. Ese es un dato que la gente no conoce”, expuso el especialista, quien participó en el diseño de reformas en la materia como la de 2007.Vázquez Colmenares ejemplificó: “Si sumo todo lo que aporté como trabajador del Estado, peso por peso, todo lo que aporté a pensiones en mi vida, solo es una quinta parte de lo que voy a cobrar como pensionado. Entonces, esa desproporción de uno a cinco, es decir, que voy a cobrar cinco veces más de lo que aporté, alguien la tiene que cubrir, y ahora mismo, el único que la está pudiendo cubrir es el Gobierno federal, con una presión financiera creciente muy severa”.“Hay un dato que está publicado en el informe financiero y actuarial del Issste de 2024, y es que los trabajadores cotizantes al Issste solo aportan 22 centavos de cada peso de gasto en salud. 78 centavos, es decir, la inmensa mayoría, la ponen las dependencias y entidades o el Gobierno federal con su cuota social. Entonces, los trabajadores exigen —y para bien— un buen sistema de salud, pero su contribución es pequeña en relación con la necesidad”, mencionó.En ese sentido, “no hay magia en la seguridad social”. Se requiere que los beneficios y las fuentes de financiamiento tengan un equilibrio, y con los cambios demográficos, haya fondeo. Y eso no está asegurado hoy para el Issste, a decir del experto.“El haber retirado la reforma seguramente no era el plan original de la presidenta Sheinbaum, pero es al mismo tiempo una ocasión inteligente para regresar al ‘respirador’, revisar de fondo la agenda y ver cómo se puede hacer esto sin que haya ni caprichos de una parte, ni ocurrencias de la otra, sino pensando en temas muy serios que requieren reflexión”, apuntó.Recordó que en el caso de la reforma al IMSS de 1997 y la reforma al Issste de 2007, los procesos fueron largos y complejos, con años de deliberación y cabildeo. “La reforma del 2007 tardó dos años en la deliberación interna entre el Gobierno, y luego otros dos años de cabildeo, donde tuvimos muchos servidores públicos viajando por todo el país a muchas asambleas y sindicatos para explicar los porqués de la reforma. Aun así, hubo serias dificultades y oposición”.La reforma que se plantee a partir de este momento debe ir más allá de cambios superficiales. “Si no se hacen los cambios estructurales, los pequeños parches son contraproducentes, porque se dice: ‘Ya políticamente hice una reforma, ya entendí el problema, ya corregí’, pero solo fue una pequeña parte del rompecabezas”.Ve la entrevista completa:

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